Amigo, tu relato me ha sacado algunas sonrisas pero también me hizo agua los ojos. Yo he visto esta situación dos veces: la primera cuando estudiaba en la primaria, hace ya tantos años. Y la segunda, cuando ayudé en una primaria hace sólo cinco. Ciertamente hay niños que merecen más de lo que se puede dar en una lección. Algo hermoso de ser profesor no es sólo enseñar sino conocer porue el profesor también está condenado a ser un alumno sempiterno, así sea de la vida.
¡Qué agradable tenerte por acá mi amigo! Sobre todo que compartas tu experiencia que no dudo debió haber sido maravillosa. Y puedo decir que como adultos también aprendemos de los niños. Ellos nos aportan un vasto campo de emociones cargado de esos valores que requerimos rescatar, mantener y multiplicar. Hermoso final el que le has dado a tus palabras: "condenado a ser un alumno sempiterno, así sea de la vida". Para ti un aplauso de pie.
Es un gran honor el que me haces con eso último :).