La regresión del “socialismo” venezolano
Salud, estimados Steemians. La clásica frase “Todo el poder para el pueblo” de los grupos socialistas, en sentido estricto, es una contradicción, pues el socialismo proviene de exactamente lo contrario. En este post anotamos algunas ideas sobre este asunto, empezando por el par “izquierda” –“derecha”, considerado como opuestos, hecho que conforma una de las muchas mentiras que perviven en el campo política desde por lo menos el Siglo XIX. Abrimos con una fotografía que, en rigor, resulta más representativa de las llamadas “revoluciones” que la conocida pintura de Eugene Delacroix, "La libertad guiando al Pueblo". Esta se podría titular "Los valientes soldados abusando del Pueblo".
Constantemente nos preguntamos por qué después de tanto tiempo las nociones “izquierda” y “derecha” no terminan de diluirse y ser sustituidas por otros signos lingüísticos menos generales y difusos o, mejor, más esclarecedores sobre la real naturaleza de quienes ocupan espacios políticos, sus ideas y objetivos.
Inicialmente la distinción fue meramente espacial, por la costumbre de los dos partidos existentes durante los eventos de la Revolución francesa (1789-1899), en la discusión sobre la desaparición del absolutismo francés, de situarse unos a la derecha, los girondinos, quienes defendían una monarquía parlamentaria mediante el establecimiento del voto, pero sin hacerlo extensivo a las clases desposeídas; y otros a la izquierda, los jacobinos, creyentes radicales en el voto universal y en la creación de una República.
Sabemos también que las dos palabras se han ido llenando de connotaciones en el transcurrir del tiempo y hoy designa, la de “derecha”, el conservadurismo, sobre todo como opuesto a las reformas y, por ello, en sinónimo de “intransigente” y opresor de las clases desposeídas, entre otras nociones. Incluso, se tiene al “capitalismo” –adjetivado como “salvaje”— como consustancial a esta tendencia, cuestión que fácilmente puede demostrarse como falsa.
La de izquierda, por su parte, se convirtió en sinónimo de “renovación”, de dinamismo y, sobre todo, de instrumento para luchar por “el bien de las mayorías” desposeídas, habiéndosele creado la aureola de ser capaz de suplantar la fría lógica del capital, motor de la economía, por una especie de “maná” benéfico que, desde el Estado, soluciona los problemas casi sin necesidad del trabajo.
En ese careo de siglos se fueron creando desviaciones contrarias a la razón que tienden a hacerlas creer nociones completamente contrarias. Los “izquierdistas” suelen tener como malignas cuestiones que son más bien beneficiosas e incluso necesarias para la humanidad: v.g. no hay nada de malo en ser conservador. Es más, la cultura humana lo es por antonomasia. Y, del otro lado, la estructura de una sociedad constantemente debe ser evaluada y reformada.
Incluso se han creado “mitos”, como el que le asigna a la “derecha” la indiferencia por la pobreza y hasta su cultivo expreso, cuando la lucha contra esta está entre sus objetivos, aunque sus métodos difieran de los “izquierdistas”: mientras estos pretenden zanjar la llamada “brecha social” mediante el populismo, que generalmente trae corrupción y mucha más pobreza, de la que terminan alimentándose; aquella se basa en el trabajo, en el pago de impuestos y servicios, por donde también se cuelan intereses y ambiciones.
Más que diferenciación, la rivalidad parece partir de la disimilitud más importante entre girondinos y jacobinos acerca del voto libre. Pareciera obvio que a partir de este detalle se estableció la moderna separación entre gobiernos populistas y otros más dependientes de la disciplina económica.
Porque las dos nociones, antes que contradictorias, más bien se complementan, como en el todo espacial. Su disparidad es causada cuando los postulados se llevan a los extremos, obedeciendo intereses de los grupos, que los retuercen a la conveniencia de sus ambiciones.
Es lo que ocurre en Venezuela, lamentable y vergonzosamente en un grado que no puede tildarse sino de “primitivo” por la parte oficialista, donde la noción de “izquierda” es llevada al extremo más superlativo, tomando como punto de referencia, no ya las reivindicaciones de los sectores populares, sino el mero ejercicio del poder.
Quizás por ignorancia, por obedecer ciegamente a sus “mentores” cubanos, por su método de ir atropellándolo todo o por todas estas causas juntas, han terminado por quedar encerrados en un armatoste letal para los ciudadanos y apenas un refugio precario para escapar de la realidad, los chavistas están poniendo en práctica la noción de “autoridad” anterior al más elemental pensamiento de la estructura estatal, cuando se tenía el mando, no para el beneficio y desarrollo de quienes son en realidad su origen y objetivo, los habitantes de una región, sino para el lucro del vencedor. Por regresión han llegado al origen más antiguo del “socialismo”.
Al fin y al cabo, como era entendido en la antigüedad, cuando aún no había Estado tal y como lo conocemos hoy, el poder, aunque se crea a partir de la conjunción y el esfuerzo de los individuos reunidos en una Nación, tiene dos usos fundamentales posibles: o sirve para el bienestar de sus creadores o para complacer los caprichos e intereses de quien o quienes lo ejercen. Con el “socialismo” venezolano se ha llegado a esos atavismos en pleno Siglo XXI.
En todo caso, el estudio minucioso de la supuesta división “derecha”- “izquierda” nos enseña que el mundo de los hombres está lleno de mentiras –o medias verdades— que perviven como verdades y son utilizadas generación tras generación sin ser impugnadas y combatidas. Que estas mentiras son capaces de obnubilar la conciencia humana hasta llegar al morbo: ¿cómo puede un ciudadano apoyar un gobierno que lo mata de hambre? Y también que no importa cuántos siglos pasen ni a qué desarrollo crea haber llegado nuestra civilización: los oscuros instintos humanos pueden manifestarse en cualquier momento. Es una real vergüenza que esta vez la aberración aparezca suceda en nuestro país.
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Buena síntesis @antoaristi. Y pensar que la incetidumbre avanza dejando secuelas terribles.
Excelente artículo, @antoaristi. Cada vez que veo filas para comprar -más bien es implorar- lo que sea que se necesite pienso en la antigua Unión Soviética y el la República "Democrática" Alemana.
Usted, señor, no ha hecho más que leer mi mente. Me quito mi sombrero como señal de respeto.
Una clase de historia magistral. Lo que se ha hecho con nuestro país es absolutamente detestable, sin precedentes y hasta cierto modo irreversible, al menos en el corto plazo.
La testarudez/ceguera de los que aún apoyan estos actos barbáricos mal llamados revolucionarios es un reto que dejo a los psicólogos y psiquiatras explicar.
Muy agudo y certero tu trabajo de reflexión política, @antoaristi. Comparto plenamente los criterios que formulas acerca de lo "fuera de lugar", lo "trasnochado" que está esa dicotomía, falaz, como bien argumentas. Sin embargo, es lamentable cómo ciertos analistas, periodistas, e incluso personas de la oposición nuestra, siguen usándo tales términos que hoy nada explican. He llegado a sostener que, incluso, si nos apegamos a los significados endilgados históricamente a la "derecha", el gobierno-partido venezolano que conforman este régimen serían la verdadera "derecha", pues su propósito es "conservar" el poder y, además, son retrógados en su visión de la vida social y económica, pues a la llamada "izquierda" se le ha asociado al progreso (de allí lo de "progresistas") y nada más lejos del progreso en ellos. Saludos.