Aun cuando en los trópicos no podemos disfrutar de los colores que predominan y caracterizan al otoño, quiero escribir sobre esta estación porque me parece maravillosa esta preparación de la naturaleza para entrar al frío invierno.

La vegetación y principalmente los árboles caducifolios, aquellos que pierden por completo sus hojas en invierno, cambian el color de sus hojas, normalmente verdes a colores naranjas, marrones o amarillos que nos indican que las hojas ya no producen clorofila y los otros pigmentos comienzan a observarse .

Los arboles ya no son capaces de realizar la fotosintesis necesaria para su desarrollo y se preparan para entrar en un estado de latencia, donde las funciones metabólicas disminuyen al mínimo necesario para no morir bajo las rudas condiciones del invierno donde predominan las bajas temperaturas.

La caida posterior de las hojas preparan a la planta para soportar la poca cantidad de agua en el suelo, ya que las hojas son las que transpiran y necesita mantener sus raíces vivas.

En el hemisferio sur, el otoño comienza el 21 de marzo y finaliza el 21 de junio, cuando empieza el invierno. En el hemisferio norte, en cambio, el otoño abarca del 21 de septiembre al 21 de diciembre. las noches se van haciendo cada vez más largas y disminuyen las horas de luz.

El número de horas de luz es el factor más importante que le indica a la planta que debe cambiar para adaptarse a las condiciones de invierno, en la medida que va disminuyendo la longitud del día, sus células emiten señales para que ocurran los cambios y a esto se llama fotoperiodismo.

La palabra otoño es de origen latín “autumnus” , probablemente etrusco y se cree que significa "que llega la plenitud del año"