Bueno, te contaré mi perspectiva como hijo. Soy el menor de 3. Nos llevábamos bastante bien pero a veces surgían los típicos problemas. Pero los resolvíamos entre nosotros.
Teníamos una especie de ley no escrita entre nosotros... Quien fuera con el chisme se arrepentía. Y era necesaria. Mis padres eran pragmáticos. De hecho, su sistema de crianza era conductista; hasta cierta edad eramos como sus mascotas, de hecho, aún a veces mi madre me saca a pasear. No eran muy cariñosos que digamos.
Por ejemplo, una vez peleamos por un carrito. Alguien salió golpeado y fue llorando con el chisme. El resultado fue el siguiente:
Carrito decomisado. Todos amarrados a una mata de mango frente a frente hasta la noche. La mata de mango tenía hormigas.
Créeme, funcionó. No peleamos más. Nos forjó el carácter.
Entonces, cuando tenga chamos, los criaré de manera parecida; nada de apapaches ni andar alcahueteandolos. Les enseñare a comportarse, cuando lo hagan bien, les daré una galletita, cuando no; tengo un jabillo en el patio.