El día en que dijo que no era suya

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"El aleteo de una mariposa puede provocar un huracán al otro lado del mundo".

Exactamente a 8544 km.

Así mismo, ese pequeño evento fue la madre y padre de la duda responsable de sacudir todo lo que hasta el momento en que dijo "No me perteneces" asumía como pilares de mi vida.

"NO ME PERTENECES". Joder.

La misma aterradora sensación desoladora que invade a un niño que pierde de vista su madre en un supermercado.

¿Quién es este hombre? ¿Hasta dónde ha llegado que ha derrocado el imperio que he erigido durante años dónde solo pertenezco a mis mas recónditos y egoístas deseos? Pensé.

Entonces entendí que esa vaga resistencia que ponía al él declarar su posesión sobre mi no había sido mas que un timo que había falsamente alimentado a mis principios hasta ese momento. Y fueron esas palabras quizás expedidas por la rabia o la impotencia las que habían desnudado mis deseos, los verdaderos, los fecundados por él.

Deseaba ser declarada suya. No había otra verdad en el mundo. Si eso era convocar a sus manos y su cuerpo sobre el mio, otorgarle el deber de encontrarme donde estuviese y el derecho de poseerme tan violentamente que me quebrase. Deseaba ser declarada suya.

Jamás habían sido tan patentes y verídicas aquellas palabras que un día leí en no se dónde. "Solo de puede amar lo que esta por encima de nosotros".

¡¿Cómo había sido tan necia para resistirme a ese gozo!? El de la encantadora incertidumbre de ser o no correspondida, ser o no bendecida con la fortuna del encuentro y peor aun... La dicha de cautivarlo tanto como él a mi.