Entre copas
Nunca Rick se imaginó, que llegaría a aborrecer tanto el 25 de diciembre y menos aún, que la culpable de eso sería su actual novia Ellen ¿Y todo por qué, se preguntarán? Pues es muy sencillo, todo se debe a que ella simplemente no podía ignorar su gran corazón y mucho menos a ese instinto maternal que todas las mujeres tienen y aunque entendía sus razones, eso no quitaba el que ahora se sintiera tan frustrado y agotado por haber pasado la noche anterior en vela como un idiota, para que al final todos sus esfuerzos fueran en vano y perdiera la oportunidad de conseguir su “regalito” de navidad.
Adolorido, rechistó los dientes ante el frío contacto de aquella botella de cerveza al colocarla sobre su amoratado ojo para bajar la hinchazón que le había dejado aquel puñetazo que había recibido en la madrugada, producto del fiasco que se había llevado al volver a su habitación y del cual su querida y linda novia aún se burlaba cada vez que lo veía o lo escuchaba refunfuñar desde la cocina.
— 24 de diciembre —
Aquel día Rick hubiera preferido pasarlo a solas con Ellen, pero no, tenía que aparecer su buen e inoportuno amigo Phill, con la “genial” idea de invitarlos a él y a Ellen a celebrar el cumpleaños de su pequeña hija Nahomi y como era de esperarse Ellen aceptó encantada, quien desde la primera vez que la vio, había quedado encantada con la pequeña y él bien sabía cuánto le encantaba visitarla y jugara con ella cada vez que tenían la oportunidad, dejándolo así sin más opción que aceptar la invitación de Phill y por supuesto de acompañar a Ellen a la dichosa fiesta de cumpleaños.
Mentiría si dijera que no se divirtió charlando, bailando y bebiendo con sus amigos y haciendo trucos de magia para la pequeña cumpleañera, que quedo encantada con su tío “Riic”, así como él con ella y no tenía caso negarlo, porque bastante evidente había sido cada vez que le tocaba interactuar con la niña, enterneciendo tanto a Ellen como las parejas de sus amigos. Al acabar la fiesta, solo quedaban despiertos Phill, él y sus buenos amigos Tom y Karl, quienes se quedaron bebiendo junto con él hasta las tres de la madrugada, cuando finalmente se les acabó el alcohol y decidieron que ya era hora de volver cada uno con sus parejas a las habitaciones que Angie, la esposa de Phill, había preparado para ellos.
Animado por el alcohol, Rick se aventuró a buscar su habitación en el interior de la oscura y enorme mansión en la que Phill y Angie Vivían, deseando que su lindo y sexy regalito de navidad aún lo estuviera esperando despierta y tan dispuesta como se lo había hecho saber antes de dejarlo a solas con sus amigos.
Tan sólo había un problema…
— Miel~da @#€%?… No puedo… ¡Hip! ve~er…hip, naaa… hip… Nada… da —Masculló entre dientes hipando y tambaleándose de un lado a otro sin poder evitarlo, pateando molesto las enromes escaleras de la recepción al tropezarse con uno de sus escalones— ¡¿Me estás buscando pelea?! ¡Hip!... ¿Eh? @#~$% ¡Hip!… Bueno, más te ¡Hip!... vale ¿Oite? —Gruñó aferrándose a la barandilla tras trastabillar y casi caerse rodando por esta— ¡Deja de moverme el piso!... Estúpida, escalera.
A base de maldiciones, tropezones y de esquivar a Karl que no había podido aguantar hasta llegar a su habitación y se desplomó al final de las escaleras, quedándose profundamente dormido, abrazando una botella de whisky y babeando en el piso. Rick finalmente logró llegar al primer piso.
Un poco más adelante, la luz del baño y un par de botellas en la entrada llamaron su atención y no pudo evitar asomarse para ver qué diablos había pasado por ahí y soltó una sonora carcajada al ver a su gran rival y amigo de toda la vida, Tom desplomado en la tina con las piernas por fuera de esta, cubriéndose con la cortina de la ducha y murmurando maldiciones e insultos que de seguro ni el mismo sabía que conocía mientras se sobaba con cuidado la nuca.
— 1… 2… ¡Hip!... Y… —Balbuceaba Rick contando las habitaciones conforme se tambaleaba de un lado a otro a lo largo del oscuro pasillo hasta que finalmente llegó a su destino— ¡Llegué! —Celebró orgulloso, adentrándose en la oscura habitación.
Aún mareado, buscó con la vista en la oscuridad a su juguetona novia, encontrándola arropada de pies a cabeza en la cama y pensó que al parecer la diversión empezaría con un interesante juego de las escondidas… Algo poco usual viniendo ella, pero que demonios siempre hay una primera vez para todo en esta vida ¿No es así?
Divertido, Rick saltó sobre ella dispuesto a sacar a su escurridiza novia de su escondite, pero apenas la agarró por la cintura, un fuerte empujón lo tiró fuera de la cama.
— ¿Pero qué demonios? —Quizás fuera por el alcohol, pero Rick podría jurar que la voz de Ellen se había escuchado igual a la de Phill, quien apareció de repente entre las sabanas golpeándolo en la cara con fuerza, haciéndolo retroceder y tropezarse con una silla que lo tiró al suelo, pateando accidentalmente en la quijada a Phill cuando este intentó ayudarlo mientras caía, dejándolo inconsciente en el suelo al igual que él.
Horas después Angie, enfurecida por los desastres que aquel grupo de borrachos hizo en su casa durante la madrugada, los despertó arrojándoles una jarra de agua helada en la cabeza a cada uno y después sin importarle en lo más mínimo sus gruñidos, balbuceos ni mucho menos sus reclamos, los mandó a todos a ducharse.
Luego de eso Rick se enteró que Ellen no había estado en la habitación porque se quedó dormida luego de jugar con la pequeña Nahomi y Phill simplemente cayó dormido en el primer lugar que encontró.
— Nadie te manda a beber tanto, idiota —Dijo burlonamente Ellen entre risas desde la cocina, junto a Angie, Amy (la novia de Tom) y Sarah (la novia de Karl).
— “Nadie te manda a beber tanto” —La remedó Rick malhumorado, fulminando a Phill con su ojo sano a lo que este le devolvió la mirada acariciándose su adolorida quijada— pero…
— Tiene razón —Reconocieron todos en un suspiro, proponiéndose no volver a beber en su vida o al menos no tanto otra vez.