¡Buenas tardes Steemianos! Soy Carenis Sánchez. Soy nueva en la plataforma de Steemit y el día de hoy les traigo una pequeña historia que escribí, que podría convertirse en algo más extenso. Todo dependerá de mi estado de ánimo y su apoyo continuo. Ya dentro de unos días les haré una presentación formal de mi persona. Espero que les guste este Post.

Hacía ya casi un año que Ángela y Gonzálo se conocían; faltaban 6 días exactamente para que ese plazo se cumpliera, y Ángela aún se sentía como el primer día que lo vio, con aquel no sé qué que se apoderaba de su cuerpo cuando apenas escuchaba su nombre. Era instantáneo que sus manos temblaran, su corazón corriera a miles de kilómetros por hora y su cerebro se desconectara por completo. Además, se sentía intrigada por su personalidad chispeante y su hermosa sonrisa. Era algo que solo había experimentado dos veces en la vida y que no había llegado tan lejos como con Gonzálo, casi un año, lo cual para ella parecía increíble.

El cumpleaños de Gonzálo se acercaba y como siempre Ángela quería hacerle un detalle especial, así fuese algo pequeño. Para ella era importante que él supiera que lo quería y que al menos con un pequeño dulce le demostrara que siempre estuvo en sus pensamientos. Llegó el día antes del cumpleaños de Gonzálo y Ángela como siempre, planeando el momento, compró el dulce favorito del cumpleañero y lo guardó en su casa para al llegar la media noche, cantarle sus respectivas mañanitas, con velita encendida.

Ángela, por increíble que parezca, se había vuelto muy amiga de los papás de Gonzálo. Consideraba que eran unas personas excepcionales, de buen corazón y de los que siempre están ahí para brindarle una mano amiga al que lo necesitara. Muchas veces ayudaron a Ángela. Hubo momentos en los que sus papás estuvieron muy enfermos o estuvieron en situaciones complicadas y no hubo día en los que ellos no estuvieran ahí para ayudar. De igual manera, Ángela y sus papás brindaron todo su apoyo en situaciones apretadas a los papás de Gonzálo y hasta a él mismo. Se podía decir que era una amistad muy sincera y verdadera.

Ángela le comentó su plan de cumpleaños a la mamá de Gonzálo, a la cual le pareció un gesto muy lindo por parte de ella y estuvo de acuerdo en ayudarla con la ejecución del mismo. Llegada las 9 de la noche, la mamá de Gonzálo tocó la puerta de la casa de Ángela y ambas a escurridíllas llegaron a la casa de Gonzálo en donde Ángela enseguida guardó el dulce en el refrigerador y procedió a saludar a Gonzálo, el cual salía del baño luego de darse una ducha. Él sonrió a Ángela como era de costumbre y ella le correspondió la sonrisa. El corazón de ella saltó de emoción al imaginar la reacción que tendría Gonzálo de la sorpresa que le tenía preparada. Sin embargo solo disimuló y siguió con el teatro.

Los minutos pasaron y Ángela platicaba con los papás de Gonzálo en la sala de estar, la conversación era muy amena porque ya se conocían tanto que eran como de la familia y eso la hacía sentir muy bien. Gonzálo por su parte no estaba estático en la conversación, pues estaba en su cuarto con la computadora, ponía música y volvía a la sala para ver como seguía la plática. El momento se acercaba y Ángela estaba cada vez más nerviosa, pues esperaba con todas sus ansias que la planificación diera buenos frutos y que su objetivo principal, que era que a Gonzálo le gustara el detalle, se cumpliera.

El reloj marcó las 12, se encendió la velita y un coro de cumpleaños se dirigía al cuarto donde se encontraba el cumpleañero. Él al ver la pequeña torta con la vela sonrió pero de una manera extraña; se podría decir que más bien era una sonrisa incómoda, pero aún así no dejó de hacerlo. Sopló la vela y su mamá lo abrazó y lo besó fuertemente deseándole lo mejor del mundo ya que era su día especial. Era el turno de Ángela y la incomodidad se hizo más notoria. Ella no encontraba como disimular lo nerviosa que estaba y como tratar de hacer que sus manos pararan de temblar y procedió a abrazarlo fuertemente. Al abrazarlo sus palabras fueron “Eres una porquería”. Ángela se desconcertó por la frase y le preguntó "¿por qué?", a lo que él respondió: “Porque eres una porquería”.

Se deshizo el abrazo y Ángela sintió que algo no andaba bien. No se preocupó por la frase que le dijo; ya que esta era una de las formas como él se jugaba con ella cuando no sabía que decir. Sin embargo, después formó como un muro de contención entre ellos. Él terminó de comer su parte de la torta y la conversación era casi automática y poco llamativa. La visita no fue como otras que había hecho Ángela en donde Gonzálo le decía que no se fuera. Es más a ella le parecía que él le pedía a gritos que era hora de encaminarse a casa.

Ángela tuvo esa sensación desde que las velitas se apagaron, y como buena entendedora tomó sus cosas, se despidió muy cariñosamente de los papás de Gonzálo y se dirigió a su casa. Él como era costumbre la acompañó a su casa; pues graciosamente vivían a unos cuantos metros. El camino a casa de Ángela jamás había sido tan largo. El silencio de Gonzálo poco a poco iba destrozando su corazón y al llegar a la puerta solo se inclinó para dar incómodo beso en su mejilla y decir un seco “gracias”, desapareciendo nuevamente camino a su casa.

El corazón de Ángela ya no latía, su mente no paraba de pensar que había salido mal esa noche y él por qué de la reacción de Gonzálo. ¿Por qué actuaba así? Era algo que no sabía cómo contestar. Gonzálo no era así con ella, ya que siempre que la dejaba en su casa al menos le escribía para saber si todo estaba bien y lo único que obtuvo de él esa noche fue silencio.

Si ya Gonzálo le había dicho que la quería y que quería estar con ella. ¿Qué había pasado?