Destino Cruel

in #writing7 years ago (edited)

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El nacimiento de Venus de Bouguereau (1879)

Luego de dejar que las cosas continuaran por un rato, Afrodita decidió que debía actuar.

Si bien no era su trabajo, ya sabía que no estaba permitido que una pareja fuese demasiado feliz. El balance siempre debía prevalecer y si no era ella quien intervenía, lo haría Némesis, quien no tendría ningún tipo de compasión por aquellos chicos. Siendo la diosa del amor, le dolía profundamente tener que dañar el amor joven, que solía ser tan dulce y puro, pero debía hacerlo, esos dos ya eran demasiado felices.

Los vio besarse de nuevo y se sintió un poco decepcionada consigo misma, aquella pareja le recordaba lo que ella había tenido con su primer amor, cuando había comenzado y creía que podía cambiar al mundo, que sus poderes podían hacer que todo fuese hermoso y dejar de lado las batallas. Como todo dios joven, ella estuvo llena de esperanza, eso hasta que la realidad te golpea y el destino actúa. Malvado destino y sus odiosos designios.

Ella no quería ser la causa de una separación. Quizás si la chica solo desconfiaba un poco del muchacho aquello no cambiaría demasiado y todos estarían contentos con su trabajo. Aunque se engañaba al pensar eso, lo sabía mejor que nadie, un toque de desconfianza cambiaría todo y aquel dulce amor pasaría a ser una relación extraña e incómoda.
El chico se ofreció a comprar algo de beber para la muchacha y al verlo alejarse, la diosa del amor decidió que era el momento de actuar. Revisó entre los recuerdos del muchacho y allí lo encontró, muy dentro de él se encontraba un amor platónico, de esos que los mortales nunca olvidan y a los que se aferran con insistencia. Tomó la forma de la muchacha que veía en los recuerdos y decidió mostrarse al mundo como pocas veces lo había hecho, se acercó al chico por la espalda y lo agarró por el codo.

– ¿Michael Connor? –le preguntó con una deslumbrante sonrisa, llamando su atención. El muchacho se volteó al escuchar su nombre y quedó pasmado al notar quien era la persona que le hablaba. Claro… porque una chica que nunca le había prestado atención al inicio de su sexto grado luego de unos cinco años sabría incluso su nombre.

–Kassandra –soltó sorprendido– ¿Qué haces aquí? –La diosa soltó una risita, evidentemente el chico no sabía nada sobre coquetear o sobre tratar a una mujer en general ¿Qué clase de pregunta era esa? Recordó lo que sabía acerca del muchacho y decidió que sería una adoradora de la naturaleza.

–Estoy con un grupo limpiando el parque, más tarde daremos una charla sobre… arboles, si quieres venir –Aquel no era exactamente su fuerte, Afrodita detestaba todo lo que tuviera que ver con la naturaleza, le recordaba a la odiosa Artemisa y a sus aires de grandeza, siempre paseándose por ahí con sus animalejos, queriendo molestarla, como si ser virgen fuese algo que ella anhelara.

Michael la miró asintiendo ligeramente con la cabeza, con una sonrisa tonta que ella sabría que le ayudaría a su cometido. Imaginó que ya había tardado demasiado, ya que podía sentir a la novia del chico acercarse, aquel corazón enamorado podía sentirlo a kilómetros. Pobres tontos, no sabían lo que estaban a punto de perder. Decidió terminar con aquello y se acercó más al joven Connor.

–¡Te veo ahí! –le dijo antes de darle un suave beso en la mejilla justo cuando la otra muchacha entraba en el establecimiento. La diosa soltó otra risita y salió viendo el ceño fruncido de la chica, ya lo podía sentir, la rabia sustituyendo el gran amor que aquellos dos tanto se profesaban.

Su trabajo ya estaba hecho.

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Photo by ORNELLA BINNI on Unsplash

Al volver al Olimpo agradeció el hecho de que Hefesto estuviera aun trabajando en rayos para Zeus, luego de romper un amor sincero lo menos que quería era tener que complacer al dios herrero. Lo único que deseaba era darse un largo baño que la hiciera olvidar las cosas malas que a veces debía hacer en su trabajo. Ni si quiera se quitó la túnica que llevaba puesta, entró directamente a la bañera, debía agradecer que siempre estuviera llena de agua caliente, preparada para días como aquellos.

– ¿Día difícil? –escuchó la voz de su mayor tormento. ¿Qué hacía ahí? Habían acordado alejarse luego de lo expuestos que habían quedado después de que su esposo los atrapara.

–No se supone que estés aquí –le reprendió, por él siempre terminaba comportándose como una adolescente mortal y debido a sus constantes torturas no podía hacer su trabajo sin remordimientos. Lo sintió acercarse a ella, pero tenía los ojos cerrados y sinceramente no quería verlo, si lo veía caería rendida ante él.

–No se supone que debas bañarte con ropa –Lo sintió besarla desde la clavícula hasta el mentón con lentitud y soltó un suspiro, el dios de la guerra sí que sabía cómo hacerla derretir. Luego el agua de la bañera empezó a desbordarse justo cuando él se metió dentro, sobre ella. Afrodita abrió los ojos y lo miró fijamente, el saber que estaba mal lo que hacían lograba que todo fuera más emocionante.

–Ares…-murmuró antes de tomarlo por la nuca y acercarlo a ella para besarlo como tanto ansiaban, él pasó sus grandes manos por su espalda para abrazarla y así acercarla más a él. Duraron largo rato en aquella posición, sólo besándose. Se extrañaban, no sólo físicamente, cosa que resultaba ser el gran problema que existía entre ellos. Esa necesidad por el otro.

De tantos amores que había sentido en lo que llevaba de existencia, el amor sentía por el dios de la guerra era de los más extraordinarios. El amor que sentía por Ares era pasional, pero no por eso dejaba de ser romántico. ¿Era real todo? Quizá lo quería por ser un amor imposible, quizá por su matrimonio y sus ganas de ir en contra de los designios del destino y Zeus. Lo importante era que, si bien era imposible, no podía simplemente olvidarlo. Ares la hacía sentir como el muchacho hacía sentir a aquella joven mortal, la emocionaba como si no fuera posible verlo de nuevo y a pesar de conocer su largo historial de amoríos no podía sentirse en ningún momento molesta con él. Después de todo ella no sólo tenía un historial, sino que además tenía un esposo.

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Venus by Henri Pierre Picou

¡Bien! Aqui tienen mi primer escrito para steemit, espero les gustara y me digan qué tal les pareció. Como se puede ver, ninguna de las imágenes usadas me pertenece.

¡Nos leemos pronto!

Arlet.

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