Crónicas de un Secuestro | Parte 1

Amanecía aquel miércoles 19 de abril del 2017, día en que se celebra la firma del acta de la independencia de Venezuela, la cual fue firmada en 1.810

Los venezolanos cansados del hambre, la inseguridad y la corrupción que por más de 18 años hemos sido víctimas, nos dispusimos a salir a las calles de todo el país a marchar en contra de un gobierno corrupto e indolente.

Mi hija y yo, una dupla que nunca se separa estábamos dispuestos a aportar nuestro pequeño grano de arena a favor de la libertad de nuestro país.

Desde bien temprano salimos a marchar en una de las multitudinarias marchas que he podido observar en el Estado Nueva Esparta, todo el pueblo salió a marchar.

La marcha llego hasta el punto convocado, encabezada por dirigentes políticos opositores que hoy en día dan pena por haberse arrollidados ante el gobierno corrupto a cambio de un espacio de poder. El pueblo enardecido decidió ir hasta la estatua del mayor emisario enviado por el diablo a destruir nuestro país, eran miles de personas, algunos con más rabia que otros, pero unidos por las necesidades de las que todos somos víctimas.

Al llegar a los alrededores de la plaza, un gran número de deshonrosos y corruptos venezolanos, llamados Guardia Nacional del Pueblo, estaban desplegados a los pies de la estatua de Chávez, la gente entro en cólera y comenzaron a repudiar a los agentes, insultos e improperios iban y venían. Hasta que los agentes encargados en cuidar al pueblo, comenzaron a arremeter violentamente en contra de su pueblo, comenzaba una batalla injusta, ya que el pueblo estaba armado de pancartas y banderas y los militares de escopetas que disparaban a quemarropa bombas lacrimógenas y perdigones.

Mi instinto de padre me obligo a resguardar a mi hija entre los gases químicos asfixiantes con los que los guardias atacaban al pueblo, una vez resguardada mi hi hija, en una casa muy cercana al sitio, me toco correr por mi vida, ya que ellos con alma vil, no les importaba la condición de las personas, solo querían hacer daño.

Luego de haber corrido un largo camino, haberme recuperado un poco de la asfixia por haber inhalado ese gas letal y con las baterías agotadas, sin poder comunicarme con mi hija, no tuve otra opción que devolverme a buscar al ser que más amo y a mi única razón de vivir.

Al llegar al lugar, ya todo estaba calmado, todo estaba custodiado por militares y algunas personas transitaban por el lugar, algunos por curiosidad y otros porque no tenían más opción.

Comencé a silbar como loco desesperado, esperando que mi hija me oyera, hasta que me escucho y pude rescatarla para regresar a casa, justamente en el momentos que nos disponíamos a regresar, comenzó nuevamente la represión y un funcionario se me acerca y me dice que no podía estar en ese lugar, cuando voy retirándome el mismo funcionario se me acerca y me informa que estoy detenido, que no opusiera resistencia porque iba a ser peor, en ese momento me decomisan mi cámara fotográfica.