En mi vida he ganado y he perdido.
He ganado el favor de Dios.
He perdido el interés de querer más la bendición, para fijarme en el Dios que da la bendición.
He ganado humildad.
He perdido el orgullo y la soberbia que en ocasiones se hacía notoria en mi vida.
He ganado a personas maravillosas como también,
He perdido personas que no me convenían tener.
He ganado experiencia.
He perdido la arrogancia de creer que lo sé todo.
He ganado conseguir oportunidades brillantes.
He perdido otras oportunidades por no percatarme que lo eran cuando se paseaban frente a mis ojos.
He ganado el cariño, apoyo, amor y afecto de mi familia.
He perdido todo lo negativo que pudo haberse generado en momentos de desacuerdos.
He ganado la ingenuidad y confianza de un niño.
He perdido la supremacía de controlarlo todo.
He ganado el apoyo de personas por decir la verdad.
He perdido la cobardía de ocultarme tras mentiras.
He ganado las sonrisas más locas.
He perdido los recuerdos que están empañados de lágrimas.
He ganado a Dios.
He perdido el sentido de prestarle atención a un ser que fue vencido en una cruz hace más de 2.000 años.
He ganado amar.
He perdido odiar.
He ganado esperar en Dios.
He perdido afanarme tras ideales absurdos.
He ganado conocimiento.
He perdido incredulidad.
He ganado más.
He perdido menos, porque entendí que perder en ocasiones funciona para ganar, y ganar también genera perdida… Si no estás de acuerdo, piensa en este versículo donde Pablo asegura: “En realidad, también yo he muerto en la cruz, junto con Jesucristo. Y ya no soy yo el que vive, sino que es Jesucristo el que vive en mí. Y ahora vivo gracias a mi confianza en el Hijo de Dios, porque él me amó y quiso morir para salvarme.” Gálatas 2:20 (TLA).
¿Te das cuenta? Para ganar el corazón de Dios tienes que perderte a ti mismo, es decir, TÚ ya no serás lo primero en lo que pienses y ames, sino que ahora será: Solo Dios, primero Dios y netamente Él como prioridad en todo el ADN de tu vida.
En fin, ¿Ganar? o ¿Perder? Eso no importa si procuras que todos tus días, Dios éste contigo, porque te confieso (Cuando realmente tu estás con Dios, Él está contigo, y ya sea que ganes mucho o pierdas demasiado, con Dios es mucho mejor vivir).
Sea que vivas una montaña rusa de ganadas o perdidas, aprende a ver el lado bueno en todo. Dale la gloria a Dios cuando estés en lo muy alto como cuando seas abatido a lo muy bajo.
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