¿Realmente fueron tan valientes y heroicos nuestros independentistas?
Al estar en las calles de la Venezuela de hoy en un municipio de Carabobo, me parece más bien que tenemos muchas más cosas en común con la muy citada novela de 《ficción》 de Orwell (1984) que con nuestros padres patrios.
No me quedan dudas de que la población venezolana a sido víctima de esa llamada hegemonía cultural de gramsci o gramsciana, dicho de otro modo, somos víctimas de un complejo plan psicológico/político para someternos. Volviéndonos una especie de esclavos modernos, inútiles e incapaces de sublevarnos ante el infierno de vida que significa vivir en Venezuela.
Es tanta la desgracia nuestra que no contamos con la mayor dirigencia "opositora" (AN, F.A/MUD) del país, quienes tienen más intereses partidistas y particulares que intereses por la nación o sus ciudadanos. Desde sus inicios y ahora muy marcadamente han demostrado ser afectos al mismo sistema e ideología que se ha practicado en Venezuela durante los últimos años. Ese hecho es suficiente para responder porque no hemos sido capaces de salir por nuestros propios medios de la enorme cantidad de problemas que tenemos, ya que quienes tienen la mayor capacidad para concentrar "masas" y también el apoyo internacional no les conviene que cambie el sistema político país, donde la corrupción, el clientelismo y el populismo están a la orden del día, y es por ello que no actúan ni han actuado en nuestra liberación.
Hace unos días viene sucediendo un ejemplo magnífico, pareciera una conspiración del universo mandándonos una señal de lo que debemos hacer quienes aún aguantamos en el país. O así era en el momento real de escribir estas líneas, a lo que me refiero es a lo que sucedió en Sudán, los habitantes de dicha nación se volcaron a la capital de su país exigiendo la dimisión de su mandatario a quienes denominan como 《dictador》.
Según como lo veo, hablando desde un instaurado pesimismo; Venezuela tiene un por venir NADA alentador, pese a que la esperanza recayó en el joven Presidente (E) Juan Guaidó, lo cierto es que la realidad es cruda y frustrante.