El Camino de los Españoles
El Camino de los Españoles está localizado en el sector occidental del Guaraira-Repano o “Sierra Grande”, como la denominaban los nativos, y rebautizada por los españoles como Sierra del Ávila. Comprende los territorios del Estado Vargas y del Distrito Metropolitano de Caracas.
Fue vía de comunicación de nativos y colonizadores, y fuente de materias primas. Una de las picas trazadas por los indígenas se fue consolidando como vía de intercambio de mercancías y tránsito de personas desde el siglo XV, constituyéndose en camino real. Esta senda es la denominada “Camino de los Españoles”. Comprende aproximadamente: 12 Km.
“Siempre hemos sabido que por aquí llevaron presa a Luisa Cáceres de Arismendi, y que la regresaron y que se la volvieron a llevar, embarazada. Y que perdió su hijo en la cárcel. También siempre hemos sabido que por aquí pasó Bolívar por última vez, cuando se fue del país, y luego que por aquí también pasaron sus restos, siendo presidente Páez.”
Juanita López, Sanchorquiz, agosto de 2005 Del Camino de los Españoles se cuentan muchas cosas. Como todo lugar bañado en años, sobre él encontramos estudios académicos y cuentos de camino; relatos heroicos y otros no tanto. Así pasa siempre con la Historia: hay que leerla con cuidado, con duda. Por eso decimos que el pasado del Camino se reconstruye a partir de la más rica habladuría y de las más sesudas investigaciones historiográficas; de los cuentos de los abuelos y abuelas y de las actas del antiguo Cabildo. Desde Puerta Caracas hasta Quenepe, de uno a otro extremo del Camino sus pobladores y pobladoras siguen escribiendo esa historia.
En estas páginas recogemos apenas algunas particularidades, datos, anécdotas y cotilleos de los que académicos, cronistas y cuenteros han puesto a rodar. Tan sólo para que el lector foráneo conozca algo de lo que se ha dicho y de lo que se dice sobre este lugar; para invitar a caminarlo y recorrerlo de verdad. Entre el “Guaraira Repano” de los pueblos originarios y el “Ávila” de los colonizadores hay un largo trecho de luchas, dominio y saqueos, como larga es también la distancia entre “La Culebrilla” y el “Camino de los Españoles”. La Culebrilla era el nombre que los pobladores originarios del Guaraira Repano daban a la ruta más corta entre la ciudad, bautizada luego por los colonizadores como Santiago de León de Caracas, y el puerto de La Guaira. En medio de una exuberante vegetación y de la accidentada geografía de la cordillera, aquella ruta indígena sirvió a los colonizadores para construir el llamado Camino de los Españoles (Camino de la Montaña, Camino a la Mar, Camino Real o Camino Viejo, como también se le conocía). A la sierra también le cambiaron el nombre y, por mandato español, el Guaraira Repano pasó a llamarse Ávila.
En menos de veinte años ya se habían formado varios caminos entre Caracas y los pueblos de la costa. No podría ser de otra forma, puesto que no se trataba sólo de comunicar a los poblados y sus gentes sino de algo ya mucho más importante para quienes intentaban ejercer el dominio económico, político y cultural: fortalecer a la ciudad cuyo abastecimiento dependía exclusivamente del puerto de La Guaira. Las vías de comunicación más frecuentadas eran las de Catia, Las Dos Aguadas y La Culebrilla, cuyo nombre ya había sido cambiado por los españoles.
Arduos debían ser entonces los trabajos para mantener y mejorar los caminos, continuamente devorados por la maleza y robados por las lluvias. Para costear los arreglos y el mantenimiento los conquistadores se valieron, como era de esperarse, de la explotación de la mano de obra indígena, de la negra y, más tarde, de la isleña (blancos pobres, blancos de segunda). En 1593 elevaron los impuestos al vino y a las mercancías traídas de La Guaira a Caracas,medida que por supuesto no implicó descargo alguno para la mano de obra. El Camino de los Españoles se consolidaba como ruta preferente entre las dos ciudades, y en diferentes puntos se construyeron fortines que servían para alertar sobre la presencia de barcos enemigos en el puerto. Desde las alturas de La Guaira se disparaban tiros de mosquete (más tarde sustituidos por cañones) que se repetían de un fortín a otro hasta llegar a la ciudad. Esta estrategia, sin embargo, no pudo evitar la traición que permitió el asalto a Caracas, perpetrado en 1595 por el corsario Amyas Preston.
Luego del ataque de Preston, se reanudaron las labores de arreglo del Camino Real y el Cabildo ordenó cegar las otras picas. Lo que se conoce desde ayer y hasta hoy como La Puerta de Caracas se convirtió en el sitio de control de cuanta mercancía o persona entraba o salía del valle. Destinada a franquear el paso de todos quienes salían o entraban, debió ser refaccionada una y otra vez, así como el camino mismo que llegaba hasta Quenepe, en La Guaira. Siendo la ruta obligada para llegar al puerto o regresar de él, Puerta Caracas fue de las primeras en beneficiarse cuando en 1577 empezaron a empedrar las calles. A medida que la capital iba ganando importancia económica y geopolítica la irían ganando también la Puerta y sus alrededores.
Durante casi tres siglos el Camino de los Españoles se mantuvo como vía privilegiada de comunicación, punto de control para las personas y de abastecimiento e intercambio de bienes y de alimentos para la ciudad. Fue así hasta el 14 de enero de 1845.
La sierra
El Camino comprende aproximadamente doce kilómetros, y está situado en la Sierra del Guaraira Repano. La porción central de esa serranía, la llamada Cordillera de la Costa, es la que ocupa el Parque Nacional El Ávila, decretado tal en 1958, con el objetivo de conservar sus paisajes singulares, su diversidad biológica y su patrimonio histórico-cultural.
Hoy aún existen distintos tipos de vegetación en la sierra: sub-páramos, bosque nublado, sabana de montaña, bosque de transición, bosque veranero, espinares y cardonales. Allí coexiste una variedad considerable de animales: ardillas, cachicamos, serpientes y más de 200 especies de aves en la sabana. Dantas, puercoespines, venados, araguatos y lapas comparten los bosques con pumas y jaguares. Entre mayo y noviembre, llueve en la montaña, sobre todo en la parte más alta de la vertiente norte; la temporada de sequía abarca de diciembre a abril.
Vestigios del Camino Real
La belleza natural del Camino de los Españoles permanece en el tiempo. No ha sucedido lo mismo con las edificaciones de la época colonial, que han sido objeto de saqueos y destrozos causados por los buscadores de tesoros. No obstante, aún es posible encontrar vestigios de aquel tiempo.
La mayoría de las obras de restauración actualmente observables en La Cumbre, la Atalaya, Castillo Negro, La Venta y el Salto corresponden a un proyecto coordinado por el arquitecto Mario Gabaldón en 1987. Las refacciones en cemento al primer trecho del empedrado del camino fueron hechas por la Alcaldía de Caracas en 1992.
Cruces y pequeñas capillas reciben al viajero, al iniciar el trayecto desde La Pastora. Son las estaciones del Vía Crucis, ubicadas a los lados del camino. Anualmente, la Virgen de Lourdes es llevada a pie por sus fieles en procesión, todos los 11 de febrero. Siguiendo esta ruta, se encuentran varios puntos de interés:
Castillo Blanco, Fortín de la Cumbre, La Atalaya, El Castillo Negro, El Salto y el Fortín del Medio; de los antiguos no queda casi nada, algunos fueron refaccionados (o, mejor dicho, medio intervenidos) pero sin respetar los mínimos usos y materiales de la época. Uno de ellos podía ser divisado desde la Plaza Bolívar, y sus ubicaciones verdaderamente corresponden al uso al que estaban destinados: muy bien dispuestos para informar a la ciudad de Caracas sobre cualquier novedad, bien fuese desde el Litoral Central o desde el Camino Real.
También en el Camino se encuentran vestigios de la posada “La Venta”, que funcionó como tal hasta la segunda mitad del siglo XVIII, luego fue habitada durante el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX sirvió como establecimiento comercial para los campesinos locales. Hay también restos de varias haciendas, “Corozal”, “Guayabal” y “Tabacal”, puesto que durante varios siglos esta zona fue una fuente importante de abastecimiento
agrícola y de alimentos de la ciudad.