Caricatura: Edgar Guzmán (Bundolo)
Saludos, amigos todos de la comunidad Venezolanossteem, de forma especialmente a sus curadoras @marcybetancourt y @solperez, por su acertada y motivadora propuesta permitiéndome compartir por esta ventana pequeñas historias del Barrio San Francisco de Cumaná.
El protagonista de hoy es el señor Edgar Guzmán, Bundolo. Y sin más, así fue nuestra historia con él. Un día de agosto del año 2009, decidí escribir unas líneas sobre él, subí las escaleras, hasta su lugar donde conversa con los conocidos, para saber su nombre y así fueron sus respuestas.
-¿Cuál es tu nombre de pila?
-Edgar
-Y tu apellido?
-Guzmán
-Y cuál es tu seudónimo?
-Desde que tengo uso de razón me llaman Bundolo
-Cómo el “parner” de Tarzán?
-Si, el de Edgar Rice Burroughs , jaaaja ja
Observé bien el rostro de Edgar, ese rostro guardado en mi memoria hasta ayer, ahora se los muestro en esta caricatura, terminada hoy 7 de abril del 2021, con el programa Adobe Photoshop CS.
Antolina Martell. 20 x 10 cm. Lápiz de colores. Cumaná 2021.
En ocasiones anteriores lo ubiqué en una de mis pinturas, caminando por la calle Parejo, tal como lo vi con los pies descalzos pintados, de pintura amarilla, con la que hacen las rayas de las calles para señalar zona prohibida de estacionamiento. Tal vez fueron los pintores cuando lo vieron sobre la acera caído inconsciente e indefenso.
Antolina Martell. Detalle de la pintura Calle Parejo. Acrílico. Cumaná 1999. Foto con mi Cámara digital Olympus. Tomada desde m archivo personal.
EDGAR GUZMÁN, BUMDOLO
Todas las mañanas baja por el callejón, desde la calle Maestre hacia Las Flores, donde las escaleras juegan a ser una gran cascada en época de lluvia. Pocos lo ven pasar, pocos se percatan de sus murmullos mañaneros. Sale a la calle vestido, indicio de contar con una familia. Al cruzar la esquina del antiguo Convento San Francisco lo perdemos de vista. Al final de la tarde regresa hecho polvo. Poseído, confuso, vemos a un ser diferente, extraño, amigo de nadie, indefenso ante la maldad.
El descanso, suaviza su rostro atormentado y recibe una tregua de paz su mente fatigada. Aquel día, para nuestra sorpresa recibimos un saludo cordial de él, al pasar frente a la casa n° 3 de la calle Las Flores donde nos residenciamos al llegar a Cumaná, entre 1979 y 1988. Luego dejamos la casa como taller.
-Profesor! Lo felicito. Buen día! Está usted premiado.
En esos días, esperábamos los resultados del Salón Michelena (1985). Nosotros aún desconocíamos la noticia, nadie nos había informado. Al otro día la noticia fue de conocimiento público en la prensa Nacional, Jorge Peña ganaba el Premio de escultura Herrera Toro. Desde ese momento lo comenzamos a llamar “premonitorio”.
Lo creíamos un espíritu distraído, por lo que nos sorprendió otra mañana, el comentario chistoso que hiciera, al ver una mujer asomada a la ventana y sonreírle a un hermano de Jorge con amabilidad y coquetería sin habérselo presentado.
-Eso, eso sí da, eso da… eso, …¡eso sí da!
Pasó un año y tal vez otro, la situación era muy parecida a la de la vez anterior. Temprano, Jorge limpiaba el Jeep, para llevar la niña al colegio. Bundolo viene con ese andar rápido y certero de quien conoce atajos y las oportunidades divinas. Sabe por experiencia que de llegar primero y dar los buenos días en la licorería Los Bravos, los tragos son gratis. Dirigió su vista hacia nosotros, se nos acercó con una espléndida sonrisa de teatro Kabuki, enmarcada en el cráneo deforme y hundido, quien sabe el por qué, y dijo:
-Profesor, hoy está usted coronado, lo felicito por su premio.
En esta segunda oportunidad, creímos en su premonición. Apurados llamamos por teléfono a la secretaría del Salón de Arte en Maracay. Y sí, otra vez estaba el escultor Jorge Peña premiado en el Salón Aragua del año 1987.
Una vez más cruzamos palabras frente a la casa de una de las vecinas del frente, una joven quiere saber:
-¿Es verdad qué estudiaste física en la Universidad y sabes de todo?
-Pregúntame lo que tú quieras, para que veas.
Los dedos de la joven sacudían las pelusas de su franela verde oscura, mientras pensaba, y yo, aproveché la oportunidad para saber a ciencia cierta sobre un hecho cotidiano:
-A ver, sácame de esta duda, ¿Por qué al meter las franelas al derecho en la lavadora, salen al revés y al secarse, las pelusas se recogen en los hombros?
-Sencillo, Las partículas de los protones y los neutrones tienen un campo magnético y aunque sean infinitamente microscópicas se atraen a la velocidad de la luz, buscando la luz, igual a los grupos o seres afines pero opuestos ¿Qué es lo opuesto y afín? Allí está la cuestión. Está en el campo de lo invisible.
-Venga! Este tipo si sabe. Pero dime, ¿es verdad qué te faltó poco para graduarte?
-Ahí está la cosa. Los problemas planteados en mi tesis, siempre daban cero. Entonces pensé, si nada existe, ¿dónde estoy? y yo, ¿Quién soy? Dirigió su mirada a Jorge y le dijo: Profe, deme mil bolívares ahí.
-Por tu respuesta hoy te doy tres mil bolívares. Mejor regresa a la bodega de arriba y luego te vas a tu casa.
La última vez lo vimos y de eso hace mucho, pasando por la calle Las Flores. Jorge estaba en el techo arreglando las tejas con un ayudante, al que le costaba mucho entender sus sugerencias para realizar el trabajo. Edgar Guzmán, se dirigió a Jorge y demostró una vez más, saber aplicar las palabras en desuso correctamente y además saber su significado. Desde abajo gritó:
-Profesor, ese muchacho en un “gallan”
-¿Y qué significa esa palabra?
-Un idiota, profesor, un idiota, ese no va a entender nada. Profe, présteme mil bolívares.
-No vale, hoy no tengo, préstame mejor tú.
-Créame profesor, si los tuviera con mucho gusto se los diera.