Un Amor Sin Libertad CAPITULO I
Quisiera comenzar mi historia valorando a todos aquellos familiares de privados de libertad en Venezuela. Aquellas personas que se levantan todos los días temprano a llevarle comida a un ser querido y a ver si aun sigue vivo. Tal vez algunos no estén de acuerdo conmigo, porque quizás piensen que la mayoría de los que se encuentran recluidos en los centros penitenciarios de mi país son personas malas, si, tal vez tienen razón, pero así como hay gente mala, sin escrúpulos, también hay gente buena e inocente que se encuentra sufriendo tras esas rejas.
Mi historia comienza el día 15/03/2021 exactamente a las 10:34 horas. Me encontraba en la habitación con mi pareja y mi hijo de 06 años. Parecía ser un día tranquilo, un lunes de comenzar a trabajar pero debido a mi condición de embarazada y por esta pandemia Covid 19, fui prácticamente alejada de mi lugar de trabajo por un permiso concedido por mi jefe ya que soy paciente de alto riesgo y en ese lugar se manejan los traslados de esos casos.
El padre de mi hijo, un buen hombre, que tal vez no es el hombre perfecto pero que sin embargo no merece estar viviendo esta situación.
Mi hijo, un niño de 06 años con muchos sueños e ilusiones y muy apegado a su papà.
Un embarazo de 24 semanas, el cual no fué planificado pero desde un principio fué aceptado con toda la responsabilidad del mundo.
Tocan la puerta, se escucha la voz de mi suegra quien tocaba insistentemente, exclamaba: ¡Anthony, la policía te busca!.
Quedé paralizada, nerviosa, no sabía lo que ocurría. Mi esposo se levanta serenamente y solo me dice: ¡Quédate tranquila!, ya regreso.
Pasaban los minutos, los minutos más largos de mi vida, yo sentada en la cama, sin saber que hacer, creyendo firmemente que el volvería a abrir la puerta de la habitación. Pero no fue así.