Capítulo 14 y último.- Marrakech. Tumbas Saadies y Palacio Bahía.

Desayunamos y abandonamos el hotel Agdal, dejando las maletas en recepción hasta la hora de ir al aeropuerto.

En tres días era imposible ver todo lo que esta ciudad te ofrece. En este nuestro último día decidimos dedicarlo a ver lugares que tenían un interés para nosotros.

El primero fue las Tumbas Saadies. Un lugar precioso donde se hace patente hasta que niveles de máxima expresión llegó el estilo árabe y andalusí, del siglo XVI.

Las tumbas exteriores, más austeras, corresponden a los sirvientes y guerreros de la dinastía saadí.

La sala más famosa por su esplendor artístico es la llamada Sala de las Doce Columnas, donde se encuentra enterrado el Sultán Ahmed El-Mansour, su hijo y su nieto.

Totalmente recomendable una visita.

Auténtica riqueza artística.

Joyas arquitectónicas

De la maravilla de este palacio que acabamos de ver, a otra maravilla no menos impresionante: El Palacio Bahía.

Como apunte citaré que el Palacio Bahía se construyó con la pretensión de que fuera el mayor palacio jamás construido.

Fue la residencia del gran Visir Ahmed Ben Moussa, junto con sus cuatro esposas y más de 24 concubinas.

Viendo las salas con las chimeneas o los patios y jardines puedes recrearte imaginando como debía ser la vida en el palacio que brilla con luz propia.

Sentado en medio de este patio, junto al surtidor de agua fresca, entiendes el valor que el agua representaba para los musulmanes. El agua y los jardines. Toda una filosofía de vida y para la vida y la muerte.

Que lujo vivir esto con mi hijo...

(

Un buen lugar para el pensamiento y la reflexión...

"La predilección musulmana por los jardines, tiene su origen en el Jardín-Paraíso, descrito en el Sagrado Corán que es, ante todo, la suprema e infinita promesa de felicidad a los que hacen el bien y vedan el mal."

No teníamos tiempo para más.

A media tarde tomamos el último té en el Café de France, con el palpitar de la vida a nuestros pies.

Desde la plaza Jemaal al Fnac decimos adiós a esta ciudad y a este viaje que compartimos mi hijo, Joel, y yo.

No lo olvidaremos nunca.

Nuestro agradecimiento más sincero para todos los que habéis compartido con nosotros esta experiencia.
Hasta nuestro próximo viaje.