Berlín, Alte National Galerie y sorpresas curiosas...
Después del encuentro con el Muro, se puso a nevar y hacía un frío tremendo.
Queríamos visitar la Galería Nacional, pero estaba cerrada y solo pudimos admirar los pasillos exteriores.
La experiencia te demuestra que para conocer lugares originales y exóticos de una ciudad que no aparecen en las guías, no hay otra opción que caminar, meterse por calles inesperadas y saber ver lo que te vayas encontrando.
Así fue como al introducirnos por lugares que nos parecieron interesantes, fuimos descubriendo plazas, calles con glamour, restaurantes originales como el llamado Fonditte, dónde la originalidad reside en que las mesas están ubicadas dentro de antiguas cabinas transportadoras de la estación de esquí de Gstaad (Suiza).
Después, en una pequeña plaza iluminada con luces de colores, apareció una sorpresa visual que nos embriagó. Un cartel decía que en el segundo piso había una librería (Stoksshop), y una galería de arte donde se hacía música en directo.
Lo llamativo del lugar fue que la escalera era una amalgama de graffitis.
Paredes, techos, pasamanos, lavabos, lámparas, todo cubierto y repleto de infinidad de colores, mensajes, dibujos...
Fue una experiencia estimulante.