Relato: Mi primer IPod Touch. La emoción de un adolescente que soñaba con ser escritor
Era usado y defectuoso, sin embargo, aun así, me parecía espectacular. Me preocupaba bastante ver como el icono de la batería cargaba y descargaba casi frenéticamente si lo conectaba al Wi-fi. La primera noche descubrí que no soportaba poco más de media hora en ese estado... Fácilmente se podría pensar que me habían estafado.
Con la música era distinto, soportaba dos días de uso, a veces hasta un poco más (solo si se mantenía en el reproductor), algo irónico pero que en el fondo me reconfortó. Otra cosa, era la mancha de al menos un centímetro de diámetro ubicada en el extremo superior derecho. Un defecto que otros conocidos ya habían experimentado en sus equipos Apple, pero que no afectaba en nada la funcionalidad del táctil. Era como un agente externo a todo el equipo.
El resto, aunque un poco limitado, me seguía pareciendo genial - como el precio al que lo adquirí... - Una memoria de 8 gigabytes, que me obligo a ordenar y seleccionar una difícil biblioteca musical, entre los más de 120 que para ese entonces tenía en el disco duro de mi ordenador. Eso sí que fue un reto.
A pesar de todo, me sentía feliz por el hecho de tener al fin un artefacto que me permitiera hacerle frente a mi problema de concentración e inspiración al momento de escribir frente un ordenador (aunque con la aplicación de "notas", solo duraba unas dos horas).
Efímera felicidad, pero por la que recuerdo, agradecí desde mi conciencia a Steve Jobs y sus amigos por ese gran ingenio que definitivamente cambió la vida de muchos en el mundo.
Las sensaciones de individualidad, seguridad, accesibilidad y control que transmitía aquel equipo, me hicieron pensar que al igual que yo, Jobs vivía con cierta condición misantrópica. Sentía que lo conocía a él mientras indagaba en aquel obsoleto sistema operativo del IPod Touch de cuarta generación, en el cual, desde hace tiempo, yacía este texto.
MEMEDOR MAGAZINE