Ecos desde el Averno. Capitulo I. La Ciudad de Zismar.
Un saludo amigos de Steem, esta es la primera entrega de una historia que tengo en mente y que empecé a escribir hace una semana. Espero la disfruten.
Hay pocas ciudades que evoquen tanto esplendor como la Antigua Zismar, la Preciosa Zismar, la joya del sur. Con una posición privilegiada respecto a otras ciudades, Zismar tuvo siempre a favor un invierno benévolo, una ruta de comercio constante con la cordillera de Liva, unos suelos de una fertilidad inverosímil y una hidrología excelente. Zismar fue en principio un pueblo agrícola y traficaba constantemente y en extraña armonía con las tribus de trasgos que dominaban las entrañas de la cordillera de Liva. Fue así como inició un trueque que en otros lados del continente no hubiera sido posible. Los trasgos obtenían enormes cantidades de buen alimento y agua mientras los habitantes de Liva recibían el triple en piedras preciosas.
Pero no fue esto lo que determinó el futuro deslumbrante de la ciudad. La verdadera causa del auge de Zismar y probablemente la razón de su caída fue la magia. Los magos comenzaron a llegar a la ciudad cuando descubrieron que en Zismar se conseguían ingredientes esenciales para la fabricación de elixires potentes. Los magos del sur no eran demasiado numerosos en ese entonces y canjearon recursos por conocimiento. Pronto hubo una verdadera congregación de magos en la ciudad y comenzaron a fundarse las primeras academias. Con el tiempo se reveló que los dones de la ciudad provenían de un constante e inusual flujo energético en la región. Pocos años después los magos de todos los rincones del continente peregrinaron hacia Zismar para experimentar y trabajar sobre aquellas energías. La ciudad comenzó a despuntar en un progreso sin freno. Los elixires de curación, rejuvenecimiento y vigor que se fabricaban en Zismar no tenían comparación.
La ciencia impulsaba el desarrollo de una ciudad que menos de cien años atrás vivía de pastorear y sembrar la tierra, de un trueque de víveres por metales preciosos. La alquimia, la herrería, la astrología, la medicina y la arquitectura habían transformado un círculo de granjas en una ciudad como no había otra al suroeste del continente. Los magos habían estudiado todo lo que podían estudiar, y los magos se aburren con extrema facilidad, así que los fundadores abandonaron la ciudad sin causar demasiado revuelo: Zismar ya tenía su propia población de hechiceros.
A mediados del reinado de Khol-Zarin, quinto soberano, la ciudad comenzó a amurallarse. No por caprichos del rey, sino por los rumores que venían de las poblaciones vecinas. Zismar colindaba al oeste con la sierra helada de Liva y al norte con el Bosque Esmeralda, una franja boscosa que se extendía unas treinta millas hasta los poblados exteriores que descansaban a las faldas de la cadena montañosa de Lhom. Había muchas aldeas y ciudades menores alrededor del Bosque Esmeralda, y a todas llegaban los mismos rumores lejanos de decadencia y peligro. Con el paso del tiempo las comunidades empezaron a emigrar hacia Zismar alegando que la tierra perdía fertilidad y que el viento arrastraba la peste y una amenaza desconocida.
Preocupado, el rey pidió consejo a los magos, pero no quedaba en la ciudad uno solo de quienes fundaran las academias. Así de abrumador era el delirante progreso de Zismar que nunca antes había necesitado enterarse de lo que ocurría alrededor. Para ellos todo comenzaba y terminaba entre los ríos del Ambur al sur, los bosques al norte y Liva al oeste. Ahora parecían niños asustados a la caída de la noche. Y una de tantas noches de incertidumbre El Bosque Esmeralda ardió. Un incendio voraz lo consumió por completo ante la consternación de toda la ciudad capital. Para cuando las llamas cedieron y los primeros exploradores se aventuraron a penetrar y atravesar el lugar devastado encontraron las poblaciones exteriores consumidas por el fuego.
Zismar no tuvo tiempo de reaccionar a los hechos. Unos meses después otros poblados fueron asaltados y reducidos a cenizas, sus habitantes asesinados sin piedad, el terror empezó a esparcirse sobre la región. Las fuerzas militares de Zismar eran inexpertas y poco organizadas. Durante una de las expediciones fueron emboscados en el bosque consumido que ahora era conocido (y siguen siendo así) como Bosque Petrificado, y exterminados por completo. A la ciudad pronto comenzaron a llegar hordas innumerables de trasgos, que nada tenían que ver con los atípicos aliados de antaño. Estos eran rabiosos y crueles y asesinaban todo a su paso, como bestias salvajes azuzadas por amos despiadados y sanguinarios.
Desesperado, el rey volvió a convocar a los magos en auxilio de la ciudad, pero pocos acudieron al llamado, los escasos refuerzos comandaron la primera avanzada, desatándose la primera y única guerra de Zismar. El ejército fue diezmado en el cruce del bosque y por poco arrasado en su totalidad cuando los magos encontraron el origen de la actividad enemiga. Un ser etéreo desconocido para todos hasta el momento y que dejaba tras de sí llamas y desolación. Se cuentan hazañas de la primera confrontación y de cómo el príncipe murió enfrentando el terror, también se cuenta de la victoria cuando todo parecía perdido. Una victoria que no sería definitiva.
A pesar de los intentos de sanear las poblaciones y de recuperar los espacios arruinados, la naturaleza misma parecía resistirse a la magia. En la tierra y el aire comenzó a extenderse un mal desconocido e incurable que avanzó metro a metro hacia la Preciosa ZIsmar. Los magos intentaron de nuevo encontrar el origen de la nueva amenaza en esfuerzos infructíferos. La ciudad comenzó a vaciarse y muchos tomaron el camino del sur hacia tierras más benévolas en un éxodo que se intensificó con los rumores de la mortal enfermedad que devoraba a Khol-Zarin. Luego del deceso del soberano cayó el golpe final sobre la ciudad en un ataque sorpresa que terminó con el saqueo masivo a sus salas arcanas y monumentos.
Poco había que salvar ya en la ciudad. Un par de años después Zismar fue invadida y socavada por trasgos y montañeses, pero todos sabían que no eran estos los artífices de la conquista. Zismar, la luminosa ciudad que fuera la envidia de muchos reinos cerró sus puestas para siempre y se convirtió en una guarida de sabandijas, en un antro de degradación. Pronto comenzaron a escucharse rumores de los verdaderos y nuevos señores de la ciudad, y se especulaba de su origen y los motivos para conquistar el lugar. Los historiadores más tarde comenzaron a llamarla La Ciudad Muerta, y a considerarla el nuevo punto para los que adoran la oscuridad. Zismar es el principio del último capítulo de aflicción que vivimos, el regreso de una pesadilla que se creía olvidada.
@bible.com
Wao creaste una increíble ciudad y la destruiste en cuestión de pocas líneas jajaja buena historia. Saludos.
Jaja era necesario. Qué gusto que lo leyeras! ;)
Era justo que leyera esta para poder complementarla con la otra jaja también esta genial.
Hola, solo venimos a avisar que en este buen post estamos de fiesta porque...