Libre...
Sentí tanta vergüenza por mi propia desnudez que intente arrancarme la piel. Hasta que el temblor de una larga noche cubrió mi sexo, haciéndome libre: libre de compañía, libre de la mirada fisgona. libre de oyentes... cubierta de infinita soledad. Podía bailar, cometer cualquier delito o bañarme a la luz de la bella y llena luna tomada de la mano de mi más fiel amante, pero incluso él no podia verme, no podia sentirme. Me arme de fortaleza y valor, ya que son las principales necesidades de una mujer ante el sin fin de retos que le otorga la vida y deje ir aquello que tenia en cautiverio a mi verdadera naturaleza. Decidí mirarme al espejo durante cada situación dificil y entender que muchas de estas experiencias, de ese frío, realmente no eran necesarios.