#characterchallenge 1era edición. Personajes Influyentes Día 7: Thomas Alva Edison
Es mi ultima publicación del desafío, y comienzo como termino, con un científico, sin duda de mis favoritos. No quise escribir mucho sobre este personaje, porque considero que su historia se cuenta prácticamente sola; y tal vez, si me extiendo más de lo que debo, no me alcance la publicación para poder dar a conocer a un personaje que considero uno de mis favoritos, sino, el favorito en el caso masculino, por miles y miles de razones. Pero eso ya lo van a ver, si llegaron hasta esta parte; si es así muchisimas gracias, espero les guste.
Thomas Alva Edison
Thomas Alva Edison fue un empresario y un prolífico inventor, considerado el inventor más importante de Estados Unidos. Hijo de Samuel Ogden Edison, Jr. y Nancy Matthews Elliott, nació el 11 de febrero de 1847 en Milán, Ohio.
La inteligencia del joven Edison, que era alérgico a la monotonía de la escuela, despertó gracias a su madre. El milagro se produjo tras la lectura de un libro que ella le proporcionó titulado Escuela de Filosofía Natural, de Richard Green Parker; tal fue su fascinación que quiso realizar por sí mismo todos los experimentos y comprobar todas las teorías que contenía. Ayudado por su madre, instaló en el sótano de su casa un pequeño laboratorio, convencido de que iba a ser inventor.
Joven y Emprendedor
A los doce años, sin olvidar su pasión por los experimentos, consideró que estaba en su mano ganar dinero contante y sonante materializando alguna de sus buenas ocurrencias. Su primera iniciativa fue vender periódicos y chucherías en el tren que hacía el trayecto de Port Huron a Detroit. Había estallado la Guerra de Secesión y los viajeros estaban ávidos de noticias. Edison convenció a los telegrafistas de la línea férrea para que expusieran en los tablones de anuncios de las estaciones breves titulares sobre el desarrollo de la contienda, sin olvidar añadir al pie que los detalles completos aparecían en los periódicos.
Esos periódicos los vendía el propio Edison en el tren, y no hay que decir que se los quitaban de las manos. Al mismo tiempo compraba sin cesar revistas científicas, libros y aparatos, y llegó a convertir el vagón de equipajes del convoy en un nuevo laboratorio. Aprendió a telegrafiar y, tras conseguir a bajo precio y de segunda mano una prensa de imprimir, comenzó a publicar un periódico por su cuenta, el Weekly Herald.
Perfeccionó el telégrafo automático, inventó un aparato para transmitir las oscilaciones de los valores bursátiles, colaboró en la construcción de la primera máquina de escribir y dio aplicación práctica al teléfono mediante la adopción del micrófono de carbón. Su nombre empezó a ser conocido, sus inventos ya le reportaban beneficios y Edison pudo comprar maquinaria y contratar obreros. Para él no contaban las horas. Era muy exigente con su personal y le gustaba que trabajase a destajo, con lo que los resultados eran frecuentemente positivos.
En el ámbito científico, descubrió el efecto Edison, patentado en 1883, que consistía en el paso de electricidad desde un filamento a una placa metálica dentro de un globo de lámpara incandescente. Aunque ni él ni los científicos de su época le dieron importancia, estableció los fundamentos de la válvula de la radio y de la electrónica (el denominado efecto Edison).
Trabajó en la compañía telegráfica Western Union como inventor y reparador, aunque poco después se independiza.
En 1876, a los veintinueve años compró un extenso terreno en la aldea de Menlo Park, cerca de Nueva York, e hizo construir allí un nuevo taller y una residencia para su familia, durante su estadía se ganó el apodo de El Mago de Menlo Park. Edison se había casado a finales de 1871 con Mary Stilwell; la nota más destacada de la boda fue el trabajo que le costó al padrino hacer que el novio se pusiera unos guantes blancos para la ceremonia. Ahora debía sostener un hogar y se dedicó, con más ahínco si cabe, a trabajos productivos.
Su principal virtud era sin duda su extraordinaria capacidad de trabajo. Cualquier detalle en el curso de sus investigaciones le hacía vislumbrar la posibilidad de un nuevo hallazgo. Recién instalado en Menlo Park, se hallaba sin embargo totalmente concentrado en un nuevo aparato para grabar vibraciones sonoras. La idea ya era antigua e incluso se había logrado registrar sonidos en un cilindro de cera, pero nadie había logrado reproducirlos.
Edison trabajó día y noche en el proyecto y al fin, en agosto de 1877, entregó a uno de sus técnicos un extraño boceto, diciéndole que construyese aquel artilugio sin pérdida de tiempo. Al fin, Edison conectó la máquina. Todos pudieron escuchar una canción que había entonado uno de los empleados minutos antes. Edison acababa de culminar uno de sus grandes inventos: el fonógrafo. Pero no todo eran triunfos; muchas de las investigaciones iniciadas por Edison terminaron en sonoros fracasos. Cuando las pruebas no eran satisfactorias, experimentaba con nuevos materiales, los combinaba de modo diferente y seguía intentándolo.
Inmediatamente adquirió grandes cantidades de bambú y, haciendo gala de su pragmatismo, instaló un taller para fabricar él mismo las bombillas. Luego, para demostrar que el alumbrado eléctrico era más económico que el de gas, empezó a vender sus lámparas a cuarenta centavos, aunque a él fabricarlas le costase más de un dólar; su objetivo era hacer que aumentase la demanda para poder producirlas en grandes cantidades y rebajar los costes por unidad. En poco tiempo consiguió que cada bombilla le costase treinta y siete centavos: el negocio empezó a marchar como la seda.
Su fama se propagó por el mundo a medida que la luz eléctrica se imponía. Edison, que tras la muerte de su primera esposa había vuelto a casarse, visitó Europa y fue recibido en olor de multitudes. De regreso en los Estados Unidos creó diversas empresas y continuó trabajando con el mismo ardor de siempre. Todos sus inventos eran patentados y explotados de inmediato, y no tardaban en producir beneficios sustanciosos.
Muere el 18 de octubre de 1931, en West Orange, Nueva Jersey. Como homenaje póstumo, fueron apagadas las luces de varias ciudades durante un minuto.
Es el inventor más prolífico de la historia: la obtención de su última patente, la 1093.ª, fue a sus 83 años.
Su genio y actividad significó una transformación en la actividad de inventar, desde un simple entretenimiento a la creación de una empresa.
Considero a Thomas Alva Edison, como uno de los mejores inventores que existieron, y no es para menos, no solo fue la invención quedando en su imaginación los posibles privilegios que podría traer eso en lo que él pensaba, no, el se dedicaba a hacerlo realidad, además de eso, tenía una mente brillante y un ingenio admirable, su vida demuestra solo el trabajo que hizo a lo largo de su estadía en la tierra, incluso de joven como el vender periódicos con tan solo 11 años y con mucho ingenio se debe acotar.
De Edison, podemos aprender un sinfín de cosas, pero la principal y la que considero marca o marcará nuestra vida, siempre será esta gran frase suya:
"El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración."
Así que solo es necesario trabajar, esforzarte y lograrás lo que te propongas, porque más importa el esmero que pongas en lo que intentas hacer.