Mi abuelo en la Guerra Fría
Esta tarde mi hijo mayor me pidió ayuda para un trabajo que tiene que entregar en el colegio. Imagino que a mis amigos @fjjrg @mariu.espinoza y @bustillo les habrá pasado algo similar.
La tarea es un análisis de cómo se involucró Latinoamérica en la Guerra Fría y qué factores influyeron, quienes participaron y cómo se desarrolló ese helado conflicto desde estas cálidas tierras.
Pero más allá del conflicto, recordé cuando mi abuelo me contó sobre su participación en ese momento, y de cómo logró -gracias a su formación como espía- desactivar un peligroso entramado internacional gracias a su olfato.
(Imagen generada en Bing, específicamente para este relato)
Mi abuelo Rosendo me contó una tarde que en pleno pulseo entre la Unión Soviética y los Estados Unidos, un grupo de ingenieros norteamericanos se había acercado a la universidad en la que él trabajaba y había pedido asesoría para desarrollar una repesa como solamente se había hecho una en todo el mundo.
Los "gringos" no hablaban español y sólo uno de ellos medio entendía el idioma, aunque no lo hablaba como uno estaría acostumbrado para alguien que hablara inglés. Su forma de hablar el español era más tosca, más de golpe. De los cuatro ingenieros solo uno hablaba con mi abuelo y con los profesores de la universidad que había liderado el proyecto. Los otros tres solo tomaban fotos y hablaban entre ellos. Hablaban muy bajito entre ellos.
Una tarde los sujetos le pidieron acceso a los planos y mapas de donde se había construído la represa, y estuvieron muy interesados en tomar fotos a una ladera de un cerro que llamaban Loma Saba, en la que decían los geodestas de la construcción que habían localizado uranio, de ese mismo que usaban en las incipientes bombas atómicas.
-¿Issh dis a Loma Saba? ¿For the strangger minerals?- preguntó el "gringo" tratando de acentuar su maltrecho inglés.
-Esta misma es- respondió mi abuelo, quien comenzó a sospechar algo raro.
Los "norteamericanos" cuchicheaban entre ellos mientras tomaban notas de la ubicación de Loma Saba.
(Imagen generada en Bing, específicamente para este relato)
En su formación como espía, a mi abuelo le habían enseñado varios trucos para detectar a los contraespías y ahora era el momento para aplicarlos.
-Don Walter, le provoca un café? -ofreció maliciosamente mi abuelo.
-Iá!- respondió el "gringo"
Cuando mi abuelo traía el café, "tropezó" con uno de los ingenieros y derramó el ardiente líquido en las piernas de otro, a lo que inmediatamente se escuchó un fuerte quejido que no fue en inglés...
-¡¡¡Gówno!!!- gritó el hombre, a lo que mi abuelo inmediatamente sacó su arma y los apuntó con firmeza.
-¡Alto ahí, espías polacos! Los descurbí, solamente vinieron por el uranio- gritó frente a la atónita mirada de todos los trabajadores de la universidad.
Efectivamente, una rápida revisión dejó al descubierto, que los sujetos eran unos científicos de Europa del Este, que habían sido enviados bajo una fachada de ingenieros norteamericanos para conseguir uranio para su programa nuclear.
Así fue como mi abuelo Rosendo me dijo que había intervenido en el curso de la Guerra Fría.
Claro que mi abuelo nunca fue espía. Y claro que eso nunca pasó. Sólo recordé cuando me lo contó como una de sus mil historias disparatadas, de esas que disfrutábamos cada tarde en el soleado patio de su casa.