Martina
Una tarde gris, Martina encontró una caja de madera enterrada en el jardín de su abuela. Aunque parecía insignificante, la abrió con curiosidad y descubrió cartas escritas con una caligrafía elegante. Eran de un tal Joaquín, fechadas en 1942. Cada carta describía sueños, promesas y un amor profundo por alguien llamada Isabel.
Al leer, Martina sintió una conexión inexplicable con esas palabras. Decidió preguntar a su abuela, quien al ver las cartas, quedó en silencio por un largo rato. Luego confesó: Joaquín había sido su primer amor, un joven que partió a la guerra y nunca volvió. Isabel, la destinataria de las cartas, era su verdadero nombre, cambiado años después para olvidar.
Conmovida, Martina buscó más sobre Joaquín en registros antiguos. Tras meses de investigación, descubrió que él había sobrevivido pero había perdido la memoria en un hospital extranjero. Decidió buscarlo.
Un año después, Martina llevó a su abuela a una residencia en España, donde un hombre de cabello blanco la esperaba con una de esas cartas en las manos. Sus miradas se cruzaron, y aunque los años habían pasado, el amor había permanecido intacto. Aquella tarde gris se llenó de luz, con una promesa cumplida.