Diria
Dicen que el amor todo lo puede, pero para algunos, esa frase es un cruel recordatorio de lo que jamás fue. Amar a alguien con el alma y ver cómo esa persona te deja es como una daga que atraviesa lento. Y cuando todo lo que queda es el vacío, es fácil pensar que el amor nunca fue real, que fue solo una ilusión construida sobre palabras dulces y promesas rotas.
¿Amor? ¿Amor? ¿Amor?
Mentira...
No. Si fuera amor, no sería tan falso, tan injusto. Lo que nos enseñaron como amor debería haberse llamado "recíproco", porque no hay amor verdadero si solo uno lo siente. Sin reciprocidad, lo que queda es un juego de expectativas fallidas, un castillo de arena que se desmorona con la primera ola.
No es odio lo que queda, aunque a veces se siente como tal. Es una mezcla de rabia, osco y decepción que nos consume.Desmerecer a quien una vez fue todo es como pelear contra uno mismo, porque, en el fondo, ese odio no es más que el reflejo del amor que quisimos dar y que nunca fue aceptado. Nos duele no solo la pérdida de la persona, sino de la fe en el amor mismo.
Decir que el amor es una mentira no es frialdad ni cinismo. Es el grito de un corazón roto, de alguien que entregó todo y se quedó con nada. No es que el amor no exista, es que a veces debería llevar otro nombre. Debería llamarse "mutuo" o no llamarse amor. Porque amar a alguien que no te ama no es amor, es una tortura que, al final, nos hace desconfiar de todo. Y así, con cada despedida, el amor se convierte en una palabra vacía que ya no sabemos si queremos volver a pronunciar.