Serie "El confesionario" (confesión No.4)

in #spanish7 years ago

 Hola  amigos de Steemit, infinitos mundos y posibilidades caben en el alma de quién deja que la creatividad sea su dueña, aquí  vamos en esta gran comunidad compartiendo lo creado, lo vivido, lo soñado, hoy traigo para ustedes la serie de cortos “El confesionario”, una serie hilada en muchas historias  donde mi mente se ha explayado en plasmar en palabras lo que he imaginado. Espero las disfruten.    


Imagen propiedad de  la Autora. Modelo: Autora.

Para que puedas seguir la historia te invito a leer:

Confesión No.1 

Confesión No.2

Confesión N0.3


 Serie: El confesionario

Confesión No.4

Cada vez que recuerdo los acontecimientos ocurridos en Santa Clara me embarga una tristeza profunda, pero a la vez estoy seguro de que nada podía ser evitado a raíz de nuestra naturaleza humana, sigo entonces contando para poder hacerte cómplice de la historia que no quiero llevarme sólo a otro mundo.

Esa mañana mi despertador no fueron los gallitos que paseaban alrededor de la iglesia, esa mañana el frío era inusual y me despertó una brisa que casi me congela hasta el alma, y últimamente lo necesitaba ya habían demasiadas emociones calentando mi cuerpo de forma impropia; al levantarme debí abrigarme más de lo que acostumbraba, abrí las ventanas de mi cuarto y el clima nublado me decía que habría pocas personas para la misa matutina.

Santa Clara no era un pueblo común, sus habitantes trataban de serlo, representaban papeles que les hacían creer que podían compararse a otros pueblos vecinos más habitados, pero cada uno de ellos llevaba dentro de sí algo más fuerte, más salvaje, menos domesticable.

Ese día no salí a caminar, sólo me senté en uno de los bancos de la iglesia a pensar en Luisa, ¿Qué estaba pasando conmigo? ¿No tenía claro todo lo que debía hacer para alejarme de esas tentaciones? ¿Quizá debía pedir que me trasladasen a otro pueblo? meditaba en ello cuando sentí que alguien se sentó a mi lado, era Doña Carmen, una mujer madura que en ese entonces debía tener como 55 años (pero bien llevados), pues tenía un rostro hermoso y un buen cuerpo para su edad, típica señora que quiere ayudar en todo lo de la iglesia y que tiene metida su nariz en cualquier asunto del pueblo.

  • -Buen día, Doña Carmen- le dije.
  • -Buen día padrecito- me respondió.
  • -¿Qué le trae tan temprano a la iglesia?- pregunté.
  • -Padre, he venido a confesarme- dijo en voz baja.
  • -Pero aún es muy temprano- le dije.
  • -¡Padre, por favor, me urge confesarme!- me dijo casi en un clamor.

  • Así pues nos dirijamos al confesionario para cumplir con mis deberes de sacerdote de aliviar almas mediante la confesión:


  • -Perdóneme Padre, porque he pecado-dijo ella.
  • -Habla, que tu siervo escucha- respondí, y miré al crucifijo del  rosario en mi mano, pidiendo fuerzas para cumplir mi labor.
-"Padre, no sé por dónde empezar, es que mi pecado es muy grande, Ud. Conoce a  Juan Pablo mi esposo, conoce su condición, un hombre de 78 años en una silla de ruedas  que ya no puede hacer prácticamente nada, aún así a Juan Pablo le funciona perfectamente su cerebro y su carácter cada día es peor, sin embargo consciente de su deficiencia y temeroso de que le abandone por esto, ya que cree que estoy cansada de atenderlo, Juan Pablo ha tomado la decisión sin consultarme de traer a casa un cuidador, alguien que lo ayuda con sus terapias y prácticamente es su cuerpo. Este joven de 28 años que viene de la capital es sumamente educado como buenmozo, alto, de piel canela y mirada pícara, tanto que me recuerda a Juan en su juventud, bueno, lo cierto es que mi esposo se ha dado cuenta de que lo miro con ojos pecadores.


¿Pero qué puedo hacer, si ya hace 15 años que por su condición Juan no cumple con sus deberes de esposo en la cama? Y yo aún con 55 años tengo mucho que sentir; entonces padrecito, he caído en la tentación y he estado con el chico en mi cuarto, lo he seducido y le he sacado sus ropas, quitándole primero el pantalón y llenando su sexo con mis besos, mi lengua se ha dado gusto saboreando su  joven virilidad, el me ha tomado por los cabellos y ha hecho que mi cuerpo se sienta de 15 otra vez, me he aferrado a su espalda ancha y con sus manos tomando mis caderas se ha introducido en mi como el más joven de los robles haciéndome gritar de placer en cada movimiento,  hasta quedar agotados en mi propia cama, y esto hemos tenido que hacerlo una y otra vez hasta que mi esposo Juan Pablo dice que paremos, ya que ha sido él quien ha ordenado que tengamos sexo en sus narices, creo que ha descubierto un nuevo placer al observarnos, y yo no sé que hacer, pues también lo disfruto, y no sé si está bien o mal, pues si mi esposo nos está viendo y es quien lo pide ¿Cuenta esto cómo adulterio?, ayúdeme padre, por favor."
  • -¡Santo Sacramento!-se me escapó al terminar la confesión. No tenía idea de qué decirle, ¿contaba o no cómo adulterio? ¿Qué podría decirle?, era fornicación indudablemente, pero el hecho de que su esposo la observara era un contexto nuevo para mí. Mi mente volaba entre las imágenes y la penitencia que debía ponerle.

  • -¡Padre, responda, no se quede callado! ¿Qué debo hacer?- dijo ella sacándome de mi ensimismamiento.
  • -Doña Carmen, lo que Ud. cuenta sale de mis parámetros, creo que debo consultarlo al Obispo-respondí.
  • -¡No Padre, mándeme una penitencia, pero por favor no lleve esto al Obispo, se lo suplico!- dijo entre lágrimas.
  • -Hija, por ahora deberás hacer un rosario tres veces al día, reza 8 Padres Nuestros y 5 Avemarías, serás la encargada de las ofrendas a Santa Clara todos los domingos, trata de estar rezando en la iglesia y aléjate lo más que puedas de ese muchacho-le dije, pero ni siquiera yo creía que esto sirviera de mucho.
  • -Padre, si no cumplo lo que Juan Pablo me pide me mata, lo ha dicho, que nos mata- dijo llorando.
  • -Hija, entiendo tu angustia, por ahora es lo que puedo aconsejarte, una mujer siempre debe obedecer a los mandatos de su esposo, pero creo que esta vez tu esposo ha pasado los límites-le dije.
  • -Bueno, tampoco es que su orden me desagrada- dijo con un tono algo pícaro.
  • -¡Doña Carmen!, ¿está Ud. arrepentida o no de su pecado?- le pregunté en tono de regaño.
  • -Si Padre, lo estoy, ya me voy a cumplir mis penitencias- dijo alejándose del confesionario.

Y allí me quedé un rato sentado antes de comenzar la misa  de ese día, ¿qué estaba pasando en Santa Clara? los demonios de la lujuria habían sido soltados por el mismo Satanás, y esa mañana viendo a Luisa en la misa me hablaban al oído con total alevosía.

Hoy escribiré hasta aquí, el día ha sido frío y agotador, luego seguiré con otras partes de esta historia, espero que con ello vayas entendiendo mis futuras acciones. Atte. El Padre Andrés


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MONARCA AZUL

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Convicta y confesa

Caí como Condorito. Plop! Y yo que creía que ya lo había leído todo. Fabuloso este relato.

Muy bueno, espero continúes

Cada capitulo mas interesante que el anterior!

Creo que se está aprovechando de un vacío legal en cuanto a "pecados" XD Saludos ;)

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