[El esbozo acechador (IV).]

in #spanish7 years ago (edited)

Ha pasado una semana desde que me hallo internado, mis dedos noto frágiles y fríos que ni los catéteres siento; mis párpados me son pesados para lograr observar mi alrededor. Me siento tan agotado que ni los demonios lucen entretenidos de mi agobiante tortura, mis preocupaciones le son aburridos en el telón… Pero mis anhelos de verte perseveran aún.

Mi colega ha dejado de frecuentar sus visitas, pues los médicos sospechaban sobre su presencia al platicar. Qué extraño caso, ¿no? Desde ése entonces los médicos han decidido rodear un perímetro donde personal en blanco se turnan con velarme… ¿Qué tan malo me ven?

Recuerdo que la última plática que tuvimos era en la noche de un fin de semana, dijo que estaría velando hasta el amanecer; en su estancia no hacía más que sostenerme la mirada sin hacer mueca alguna, luego… No recuerdo bien, pues después de ello sólo llegaba a ver las siluetas blancas moviéndose como las algas de mar; tan borrosa estaba mi vista.

Los médicos trataron de re-animarme, pues mi palidez era tan notorio al de un fantasma, frío mi piel como el hielo como mi tacto perdía sensibilidad con las telas que tapaban mi cuerpo. Trataron de hacer comunicación y, por más que traté de responder mis labios no hacían más que temblar sin entonar palabra alguna; mis oídos distorsionaba las palabras de los médicos. Me hallaba en el borde de la muerte, con un miedo interminable por saber que la ausencia total acechaba de peor modo que la silueta del alcoba… ¡No quería que terminara todo sin verte, Madre! ¿Cómo no mi mente estaría repleta de pensamientos direccionados hacia ti en aquel instante?

El dolor y la agonía parecen ser las únicas huéspedes que acompañan a este pobre desolado clamando por su madre sin respuesta… Hasta ahora, puesto éste despechado aún tiene la esperanza de verla. Los médicos me ven con peligrosidad, pues también quieren que me vaya del lugar lo más pronto posible, y tratan de que mi alivio sea rápida pero, ¿por qué no calman mis penas con traerte? La enfermera que me raciona las dosis parece no dirigirme la palabra, y cuando se la dirijo, no devuelve el llamado… Estoy atascado en un infierno.

Cuando mi vista dejó de ser borrosa, a lo lejos de mi camilla alcanzaba a distinguir sobre el mueble el periódico el encabezado del hallazgo del cuerpo de una mujer, sin manos ni pies… Todo estaba tan confuso, pues con desconocimiento me llegaba la espantosa fantasía que esas manos se hallaban en lo profundo de los bosques y los pies a lo profundo del océano. Sentía mis pulsos tan acelerados que tenía la corazonada que se acercaba un paro cardíaco… ¿Qué provocaba al acelerar mi pulso cardíaco hasta estos extremos? ¿Por qué con sólo ver ese encabezado con esa imagen adjunto?


Continuará…


Entérate de la historia:
Primera parte
Segunda parte
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