Cuenta mi amada madre, con voz entre cortada y ojos aguados,  que  con solo 4 meses de nacida me diagnosticaron una fuerte infección, que en ese tiempo se le conocía como Tos Ferina, ahora se le conoce como Síndrome  coqueluchoide.

Según los médicos mi cuadro clínico era muy complicado y nada esperanzador, por lo que decidieron sacarme del hospital, y que me llevaran a casa, a esperar con la familia el llamado al cielo, mi madre llorando muy desconsolada,  solo quería tenerme en sus brazos el mayor tiempo posible, salió del hospital rumbo a la casa, sola y casi oscureciendo, caminando a paso lento, deseando llegar a su casa y a la vez no, solo rogaba por un milagro y negándose a la posible pérdida de su pequeña bebe, se monta en la camioneta de pasajeros rumbo a su casa, angustiada, llorando y a la vez tratando de no incomodar los demás pasajeros, de pronto siente que le tocan el hombro y era un señor que sin preguntarle nada, simplemente que le pone en sus manos unas plantas y le dice, dale agua de esta planta a la niña, moja un algodón y que tome, tantas veces ella acepte el líquido durante toda la noche, en la mañana la niña estará mejor!!!

Muy amablemente  le indico  donde las podía conseguir, mi madre tomo esas plantas las metió en el bolso, en ese momento de distracción cerrando el bolso, volteó su mirada para agradecerle,  preguntarle el nombre y donde posteriormente poder ubicarlo, y ya no estaba, había desaparecido,  mi madre pregunto a todas personas que estaban en la camioneta  y nadie lo había visto y tampoco se realizo parada alguna, nadie vio al señor blanco de bigote, vestido de traje negro y con sombrero…

Mi madre pasó toda la noche poniendo el algodón húmedo en mi boca, con mucha esperanza y fe, en mi pronta recuperación.  Empezando la mañana  se empezó a notar un significativo progreso, por lo menos los ojos abrí, la felicidad de mi madre era enorme,  al medio día empezó nuevamente alimentarme con lactancia materna a libre demanda,  mi mejora fue asombrosa que mi madre  quedo sorprendida y agradecida infinitamente a ese señor. Mi madre empezó a indagar, sobre el que hizo el  milagro de salvarme la vida,  por su perfecta y exacta descripción, era  Doctor José Gregorio Hernández Cisneros, que ya era muy conocido, y  quien a través de los años se ha convertido en el Médico de los más desfavorecidos.

Por un milagro,,, si por un milagro del Doctor José Gregorio Hernández, estoy escribiendo estas palabras que con mucho amor y cada vez que puede mi madre me lo recuerda abrazándome y apretándome tanto,,,  pero tanto,   como ese día que pensaba me perdería. Le tengo mucha fe al Doctor José Gregorio Hernández, y cada vez que  puedo voy a Isnotú, con la familia, a visitar el santuario.

En la actualidad está en proceso su beatificación y posterior canonización, en el año 1986 Su Santidad el Papa Juan Pablo II, le otorgó el título de Venerable.