En Venezuela sobrevivimos como en la guerra
El escritor español Arturo Pérez-Reverte aseveró que la guerra saca lo mejor y lo peor de cada persona. La sabia reflexión surgió de la experiencia que acumuló durante los 21 años en que cubrió los conflictos armados en Europa y América Latina.
Las vivencias del excorresponsal de guerra en la antigua Yugoslavia quedaron reflejadas en su libro Territorio comanche, publicado en 1996, en el cual le dedicó un capítulo a las mujeres que tienen un par de cojones. Reconoció la valentía y profesionaslismo de la periodista italiana Oriana Fallaci, la traductora croata Jadranka Vrsalovic-Carevic, y la fotógrafa estadounidense Corinne Dufka, entre otras.
A unos 6.589 kilómetros, distancia que separa a Europa de América del Sur, en otro escenario en el estado Anzoátegui de la patria de "El Libertador" Simón Bolívar, yo he cubierto situaciones de riesgo: tiroteos entre policías y malandros e incendios en empresas de productos químicos. Además me ha tocado encarar a familiares agresivos de unos difuntos. Para bien o para mal, jamás he estado en los belicismos que han dejado centenares de niños y adultos muertos, en ciudades destruidas por los bombardeos.
En Venezuela no hay detonaciones de potentes morteros, minas antitanques, ni puentes dinamitados por el enemigo. Empero, sobrevivimos como en la guerra- por obra y gracia del socialismo del siglo XXI- en un país productor de petróleo con escasez de comida y medicinas, donde la gente se muere de mengua. Cada día asesinan a nuestros jóvenes y no tan jóvenes. La impunidad ha aumentado.
Para colmo, 2017 culminó con la inflación más alta del mundo de casi 3.000%, según las cifras que maneja la consultora financiera Ecoanalítica.
Actualmente el salario mínimo de 392.549 bolívares apenas alcanza para comprar un envase de mantequilla de 500 gramos o medio cartón de huevos de 15 unidades.
Durante casi dos décadas, el gobierno revolucionario le ha inyectado una sobredosis de inseguridad y pobreza a unos 30 millones de hijos de la nación de Bolívar. Nos hemos acostumbrado poco a poco a soportar las privaciones y los desmanes.
Venezuela está literalmente como el territorio comanche que define el periodista Pérez-Reverte: “El lugar donde el instinto te dice que pares el coche y des media vuelta, donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos [...] es allí donde oyes crujir los cristales rotos bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando”.
Texto y foto: Yraida Núñez