El HONOR DE NO EMIGRAR

Es mentira que lo mejor se haya ido, igualmente es falso que los mas valientes se han quedado. Lo bueno y lo malo de ser venezolano viaja en la misma proporción de la que se queda. Nadie es mejor venezolano por irse ni menos venezolano por quedarse. Cuando se ama al país, se lleva en el corazón. Hay venezolanos sin país en su corazón, estén dentro o fuera de Venezuela.

Es un mito que mal ponemos al país donde hemos de estar, ¿Quien lo dice? Un abogado norteamericano que se ofende por oír habla hispana en su entorno pero olvido que el país del sueño americano fue liberado y construido con sangre de inmigrantes. Que sus apellidos politicos , científicos o millonarios son de origen mayormente británicos. ¿Lo dice quien ? La niña que agredió a una venezolana en una escuela por antojarse de un asiento de esa venezolana que no devolvió ni un golpe por la crianza que le han dado. No es en nuestro país donde planeamos tumbar torres con aviones secuestrados. No es en Venezuela el país con niños masacrando maestras cada mes en una escuela con los fusiles que compraron mama y papa con una Máster Card en la tienda de armas que queda en la misma cuadra de la escuela. No es en Venezuela donde construyen muros fronterizos para cuidarse de los "Malos" .

No es en Venezuela donde la gente se monta en una gandola y aplasta a los demás en plena navidad en una calle céntrica. No es en Venezuela donde alguien grita ¡ Viva la Virgen de Coromoto! Y se vuela con una bomba pegada del cuerpo. Esa no es Venezuela. Ningún ciudadano del mundo tiene autoridad en su gentilicio ni una historia libre de penas en su tierra para decir que somos un mal donde vamos. Tampoco tenemos problemas de autoestima para bajar la cabeza, así estemos en suelo lejano, si alguien se burla de nuestro acento neutro y dicción impecable en comparación con otras lenguas.

Fuente
Es verdad, y con responsabilidad debemos decirlo, que en nuestro país si se monto un loco en un autobús y anda aplastando gente y antes de el, otro loco mando a aplastar a un presidente con una tanqueta en aquella epoca. Es verdad que aquí no se pegan una bomba con tirro en el pecho , pero si se ponen franelas con los ojitos de un muerto y esa franela hace mas daño que una correa de C4. Cierto, sufren ciertos venezolanos del mal de la "viveza criolla" esa viveza que le hace colearse en cualquier cola así este de segundo. Cierto que hay venezolanos mala paga y se molestan con el que le deben para que no le hable y les cobre. Que el Venezolano acumula millas al año en flechas comidas en las calles, lo es. Pero en la mezcla de virtudes y defectos todos los pueblos del mundo han de errar en algún habito o mal llamada tradición. No somos la excepción.

Tan noble ha habido gente que se marcha como ruines también han cruzado la frontera. Hay gente que reniega del pequeño pueblo donde nació, del barrio o del cerro del que proviene y se va para no volver al lugar que le dio cobijo y sustento en su edad primera. Esa misma gente después sintió a menos de Venezuela y se va a otro país adoptando de inmediato acento ajeno para limpiar su lengua. Ese impío no hace falta de vuelta. Quien reniega de su campo, barrio, o cerro no es menos del nacido en una clínica con caucásicas enfermeras.

El problema es el mismo y como quien se apena de su casa o su familia, arribista sera por mucho merito que haya en su figura impuesta.
Hay gente noble que agoto todos los medios y desmayo en sus fuerzas pero habrá de regresar apenas vuelva la luz en nuestra tierra. Bien sea a radicarse en su suelo o a recorrer con su familia creada afuera, las calles y rincones que en sus aromas, colores, texturas y sabores, le arriban el valor de ser de campo, de pueblo , de barrio, de cerro, de loma o urbanizaciones, de casita de zinc o de porcelanato y de paredes con brillo de seda. No se trata de donde vengas ni a que país tuviste que haber marchado, el país "como el honor" se lleva en el corazón. La riqueza o la pobreza se llevan en la cabeza.
En casa nos quedamos la misma proporción gente noble tanto como desalmados. Esto nada tiene que ver con oficialismo ni oposición, en ambos bandos políticos hay demonios , unos ya con poder y otros asechando. Hay gente del oficialismo que nunca debió llegar al poder , si hubo en un momento gente noble pero se sacaron de tajo. En la oposición hay gente invaluable pero también gente que jamas debe pisar los sillones de mando.

En la tierra de las mujeres mas bellas donde todos tenemos alguna vecina que de lo buena, se esta cayendo a pedazos; en la tierra del béisbol donde un carajito descalzo sin franela no pela una chapa con un palo de escoba a mediodía en punto ,sea lloviendo o en verano; en el país donde todos somos compadres y las mujeres usan cartera hasta para ir a los chinos de al lado, en este país nos quedamos los que vamos a limpiar la casa y botar todo cachivache que quede atravesado. Aqui nos quedamos los que no olvidamos como llorar y el dolor se convirtió en crudeza, el nudo en la garganta lo destrabamos para darnos ánimos cuando hablamos; aquí nos quedamos los que tenemos un gentío afuera diciéndonos " vente pa' ca que aquí hay todo lo que buscamos" y decimos con voz clara y texto bien escrito, " aquí hay mucho que hacer todavía" y miramos sus fotos con la dicha pero volteamos enseguida y seguimos trabajando, no para estirar los reales, trabajando para sacarlo porque a este maldito lo sacamos. Y perdonen la maldición pero para los venezolanos responsables es tradición maldecir a este demonio a cada rato, es folklore nacional, como el turpial, el araguaney y el himno nacional.

El honor no conoce de nacionalidad ni de migraciones, refugiados o exiliados. El venezolano en suelo ajeno en si mismo es un honor. El mismo es el concepto de país, no el que le de el anfitrión.
El honor se lleva como pais , en el corazón, cocido con pábilo de hallacas y pegado con tarare. El honor de no migrar tampoco radica en ser mas valiente o ser mejor que el que emigro. El honor de no migrar radica en la misión de esperar a la vuelta a quienes vienen, quizá a algunos en la lucha se les vaya la vida pero cumplió su misión. Nos quedamos no por conformistas ni menos aptos, nos quedamos por la responsabilidad histórica del momento que nos ha tocado.
La cromointerferencia de color aditivo de Carlos Cruz Diez, esas baldosas coloridas en el suelo de Maiquetia, no se hicieron para quienes nos quedamos, no ahora. Cuando salgamos, saldremos por negocios o turismo. Ahora tenemos un boleto en primera clase con destino a un país mejor.