Le pedí al universo conocer al amor de mi vida, y me dio un espejo.

Esta época que vivimos tiene una particularidad que me agrada en demasía, y es que hay un enfoque permanente en esto que llamamos el amor propio. Hoy en día lidiamos con un mundo de información que insiste en desarrollar, especialmente en las mujeres, la autoestima necesaria para no perder bajo ningún concepto la tan apreciada, pero tantas veces pisoteada, dignidad.

Sin filtro
En esta ocasión, me permito reducir el espectro del tema solo hacia la mujer porque es bajo mi mirada como fémina que puedo relatar la percepción del mundo con la veracidad que amerita. Si vas por esta parte del texto y eres hombre, quizás estés renunciando a seguir leyendo. De ser así, te invito a despertar tu curiosidad en el tema. Quizás seas padre de una chica o estas en vísperas de serlo. Tal vez estas buscando comprender más a tu pareja o puede que solo se trate de halar tu mirada un poco más allá de lo que ya conoces. En cualquiera de los casos, mi invitación sigue en pie a continuar.

Debo empezar por lo esencial para entrar en calor. Actualmente soy madre soltera de dos niñas y esta es una situación para la que nadie te prepara. Se presenta así, sin filtros. Al menos que seas una mujer que se planteó tener un hijo sola porque esa es su convicción, su manera de ver la vida (asunto que es totalmente respetable quiero acotar), somos algunas otras las que en algún punto tuvimos en mente establecer lazos de pareja que fueran hasta la vejez. Son muchas las películas y novelas que podemos evocar como fieles referencias de objetivos románticos nada más alejados de la realidad.

La procesión se lleva por dentro
De repente un golpe de realidad te saca de tu zona de confort. Pasa la crisis y con el tiempo logras asumir que así va la vida y no tienes más alternativa que ponerte los pantalones y salir adelante porque ya no eres tu sola. Te apoyas en cientos de casos similares, lo que te da cada día más fuerza para continuar. Y así… pasan los días. Mientras el tiempo transcurre inclemente, no puedo evitar tener flashes de todos los momentos que me llevaron a estar en este punto.

¿A quién amé? A muchos, menos a mí…

El dulce amargo de amar desde la necesidad
Mirar en retrospectiva y constatar que siempre hubo un vacío que tanto tiempo me llevó comprender, se remontaba al inicio de mi existencia. A veces vamos por la vida creyendo que existe alguien que por arte de magia va a llegar a llenar todos esos espacios. Ponemos nuestra vida misma, nuestra felicidad en manos ajenas. Tenemos hambre de atención, sed de amor, haríamos casi cualquier cosa por satisfacer nuestra necesidad de ser queridos. Anulados completamente para que no haya motivo o razón para ser abandonados, así vamos, sin la intención de tomar un espejo porque quizás no haya manera que nos podamos reconocer.

Un día cualquiera en equis lugar, un café, mis amigas de toda la vida, este mismo tema a la palestra. Hablando crudo, sin anestesia, nuestros modelos paternos no fueron los mejores a seguir. Un historial de padres ausentes, desconectados del verdadero rol de la paternidad es parte del prontuario.

¿Chicas, no se han puesto a pensar que es probable que estemos buscando a papá?
Silencio sepulcral...

Es un asunto de todos
Mujeres, les invito a mirar a nuestra niña con extrema benevolencia. Finalmente, esa pequeña siempre será parte de nosotras. A aquellas que no nos dieron de pequeñas las herramientas para comprender el valor tan infinito que significa haber nacido mujer, nos tocó un camino más cuesta arriba en el arte de respetarnos a todos los niveles. Olvida esa fabula despiadada que nos promete una media naranja que va a complementar lo que somos. Comprendamos que no hay mayor éxito que formar pareja para compartir la felicidad que ya existe en ti. Puede que tu historia haya sido color de rosa o, al contrario, un camino marcado por la soledad. En cualquier caso, seamos capaces de dar el mejor ejemplo a nuestros hijos. Este camino está hecho para crecer, ser mejor y mejor solo si tú quieres.

Caballeros, como padres, son ustedes el primer amor de sus hijas. Abrácenles, sean maestros del significado del valor propio. Participen lo más que puedan en la vida de sus pequeñas, sean respetuosos con mamá independientemente del estatus de la relación. No hay manera de convertirnos en mujeres y permitir ser abusadas, si nuestro primer gran amor, papá, nos enseña que es lo que una mujer debe esperar de un hombre.

No puedo cambiar mi pasado y tampoco quiero, porque entonces no sería quien soy, y esta mujer, no la cambio por nada. Soy madre soltera y ese es un hecho. Lo que sí puedo es enseñarles a mis hijas a aceptarse tal cual como son con sus virtudes y sus defectos. Tengo en mis manos abrir para ellas, una ventana que muestre la verdadera belleza que no es otra que la espiritual. Puedo en la medida de lo posible incentivar a sus padres para que sean el modelo de hombre que ellos desean para ellas en el futuro. Por mi parte, solo se que ellas pueden contar con alguien que tratará en la medida de lo posible de que la historia no se repita.