Últimamente, conmigo se va a la cama un pensamiento recurrente. El año está por culminar y vienen imágenes dispersas que me hacen reflexionar sin cesar lo que este año ha significado a nivel muy personal.

¿Te has desvelado por la misma razón?

Tengo la impresión de que esta sensación es de un gran colectivo. Será la conjunción de los planetas… ¿Qué será? Supongamos que retrocedes las agujas del reloj justo un año atrás sin olvidar todo lo que has aprendido. ¿Te sentirías a gusto con lo que te rodea? ¿Vibrarías en la misma frecuencia? En mi caso, no me identificaría para nada con mi “no tan antigua yo”.

Encontré mi manera para describir como fue mi paso por este año. Fue como estar nadando más allá de los límites en una playa de intenso oleaje. Sin previo aviso, y a pesar de las advertencias del salvavidas, una ola me revolcó. Acto seguido: pérdida total del control, sensación de que tu vida pende de un hilo, desagradable ardor, mareo y desorientación por un buen rato. Mi reacción inmediata fue de rabia contra el mar… luego y por mucho tiempo, temor de volverme a sumergir.

Finalmente, y gracias a mucho tiempo de reflexión me percaté de que fue lo mejor que me pudo haber pasado. Una experiencia así te enseña a seguir gozando del mar solo que ahora sientes un mayor respeto y sin duda aprendiste a fijar límites de hasta donde es prudente llegar para no hacerte daño.

Aún quedan unas semanas para cerrar con broche de oro lo que nos queda de año. Yo trabajé lo suficiente como para dejar de querer montarme en el DeLorean. Así que mírate en el espejo y observa lo que puedes ser soltando lo que fuiste una vez.