Sin salida.
Con las dificultades que se presentan en mi país, cada día veo cómo los caminos se van cerrando y dejándote cada vez más encerrado en la única necesidad de sobrevivir.
Para el venezolano promedio, el simple hecho de salir a trabajar es un dilema, pues para ir a su trabajo necesita agarrar transporte público... pero no consigue efectivo. Para estudiar necesita comprar muchas cosas... pero no tiene dinero y no puede pedir lo que necesita en totalidad a sus padres pues el dinero que entra al hogar es únicamente para la comida y cosas de primera necesidad.
Yo, a mis 22 años me vi obligado a abandonar mis estudios, una carrera de Ingeniería de Sistemas en la cual iba por el séptimo semestre, todo para poder trabajar y generar un ingreso extra a mi casa. Fue una decisión fuerte y sé que, como yo, hay miles de jóvenes que tuvieron que hacer lo mismo.
Miles de "chamos" se han ido del país, inclusive, para buscar una mejor calidad de vida, todos con el mismo objetivo: enviar dinero a sus familiares. Esa es una cruel y dura realidad, pues no tenían otra salida más que esa.
Nos hemos quedado encerrados en nuestro propio país, sin oportunidades, sin esperanza, sin futuro, sin salida.