Dar es recibir
Antier después de una mala noche producto del racionamiento eléctrico impuesto por el gobierno y aún con la frente sudorosa, me senté en el jardín de casa a tomar café. Me hervía la sangre de la rabia debido a la mala noche que tenía encima, cuando levanté la mirada al cielo y observé un viejo árbol de Cayena que se resistía a morir de sed ya que para variar, también sufrimos de escasez de agua.
Vi cómo en una de sus ramas secas y frágiles había una hermosa flor roja que se resistía a los embates. Me llamó la atención por un segundo, pero en mi mente no había más cabida en ese momento que en solo pensar en las terribles condiciones de vida en la que estamos viviendo los venezolanos.
En ese momento escucho una voz que me saca de mi negativo pensamiento.
-Señor, señor, ¿tiene algo de comida que darme?
-No tengo. Le respondí de mala manera.
-Gracias, me dice el señor ya acostumbrado al rechazo e ignorancia de las personas.
Inmediatamente reaccioné y me dije a sí mismo: Pero al menos puedo ofrecerle una taza de café. Lo llamo y le pregunto si desea tomar café. <claro que sí amigo> me respondió. Mientras le servía el café y sin saber por qué razón, decido darle la arepa de jamón y queso y un jugo de naranja recién exprimido que mi esposa me había preparado para desayunar.
-¿Qué es esto amigo? Me pregunta.
-Es mi desayuno, te lo regalo.
Los ojos le saltaban de alegría y en su rostro se le dibujó una alegría enorme, para luego empezar a llorar.
-Tenía dos días sin comer y más de un año que no tomo un jugo de naranja, muchas gracias.
Le dije <disfrútalo> y mientras veía cómo a pesar de tener tanta hambre, se comía muy despacio la arepa y tomaba sorbitos de jugo, como para hacer más largo el placer de comer una comida recién hecha. Me dí cuenta lo afortunado que era, igual yo podía ir a la cocina y prepararme otra arepa, pero este señor no tenía esa posibilidad.
Le pregunté:
-¿Tú crees en Dios?
-Claro que creo en Dios.
-Y entonces si crees en él, ¿Quién es Dios?
-Dios es cada pedazo de pan que consigo en la basura, son las porciones de comida que la gente me da y es el dinero que recolecto cuando vendo las latas y cartones que recojo en la calle.
Después de comer y darme las gracias como 10 veces, toma su bolsa y se despidió. Lo miro a los ojos y le pregunto: <¿Dónde está Dios?>
Señor si quiere saber dónde se encuentra Dios, vaya y parece frente al espejo y pregunte con fe, y el sabrá contestarle. Se dio media vuelta y se perdió en el horizonte.
Ese hombre harapiento, desnutrido y sin un techo donde dormir pero con su inmensa fe en Dios, con su profundo mensaje y su agradecimiento sincero fueron un duro golpe que destruyó todo el pesimismo que me embargaba, y de golpe sentí un desborde de alegría en mi espíritu.
Miré de nuevo hacia el árbol de Cayena y vi en la flor vida a pesar de que el árbol estaba a punto de morir... allí estaba Dios. Levanté más alto mi vista y un hermoso grupete de nubes blancas me dieron la bienvenida. Una inmensa paz espiritual llenó mi cuerpo y alma... y mi alma sintió la presencia de Dios.
Después de esto pude entender el mensaje del indigente: Dios está en todas partes pero también dentro de nosotros y se manifiesta de muchas formas, una de ellas es cuando compartimos nuestras cosas con el más necesitado.
Este hermoso relato está basado en este hilo que me llenó el alma de alegría.
Foto propia.