Viernes 8 de Septiembre | Segunda parte.

Él, como de costumbre salió a fumar un cigarro, lo seguí, y se mostró un poco sorprendido cuando le pedí uno, no sabía que yo fumaba, y en realidad no lo hago, pero quería tener algo que decir, y también algo para calmar un poco la ansiedad... Al terminar su cigarro, sintió que todo estaba listo y dijo: "Bueno, vámonos, el autobús no debe tardar". No dije nada, solo lo miré, asentí y volví a entrar para despedirme de la niña, me metí en la parte de atrás del carro y salimos camino al terminal de autobuses. El ambiente era un poco tenso, él hablaba como para hacernos olvidar de esa maldita situación, pero era inútil... Por fin llegamos, al hablar con la persona encargada, un sentimiento de desesperación vino a mí: El autobús llegaba en 30 minutos.

En ese momento llegó mi mamá, mi padrastro y mis abuelos, le siguieron mi cuñada,su mamá y mi sobrina. Después de hablar de cosas sin importancia el autobús llegó, todos quedamos sin habla. Era el momento de partir, y de despedirse, lo que yo más temía, intentaba aguantar el llanto, pero era inútil, estaba consciente de la realidad de la situación, sabía que se iba y no sabía cuándo volvería, ni siquiera si lo volvería a ver. Poco a poco se fue despidiendo uno a uno, (yo era el último) todos le dieron un gran abrazo y algunas palabras de amor, consuelo y fuerza.

Primero mi abuelo, uno de los que claramente le afectaba más, y aunque no lo dijera, era claro que él era su nieto favorito, y como no sería así, si mi hermano era quién más se preocupaba por él y por mi abuela, siempre les hacía compañía y les llamaba a diario. Le siguió mi abuela, apenas pudo hablar, sólo lo abrazó como pudo y le dio un beso en la mejilla. Continuó hacia mi padrastro, el menos afectado, pero igual estaba dolido, fue el que más pudo mantener la compostura...

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