Yoko: El Nacimiento de La Estrella

in #spanish6 years ago (edited)

Capítulo 1

El Sombrio Comienzo

Corro por todas partes del palacio siendo perseguido por ella; me llama por mi nombre, pero me tapo los oídos por temor a caer infantilmente ante sus llamados y ofertas, salgo agitada de mi habitación y me dirijo hacia el ala oeste buscando a Fausto, él sabrá qué hacer. Al girar hacia el pasillo que da a su habitación, palidezco tras ver que su alcoba ha sido engullida por ella también. Ese siniestro manto que me persigue y amenaza, intenta dirigirse hacia mí y me muevo de prisa huyendo de ahí. Me precipito hacia las vertiginosas y largas escaleras para llegar a la entrada del palacio girando en cada pasillo, atravesando cada habitación y evadiendo su presencia cada vez que la veo moverse hacia mí. Al ver la entrada corro hacia ella, pero al acercarme el velo oscuro se escurre por la pared como agua y la cubre por completo instantáneamente, peleo con las ganas de llorar, en vano, porque al voltearme puedo sentir como por la fuerza de mi movimiento las lágrimas surcan mi rostro.

Recorro la sala principal y subo por las primeras escaleras que veo, mi corazón palpita frenético sin descanso entre un latido y otro, mis músculos comienzan a arder, mi respiración se torna fatídica, mi mente se embota, todos mis sentidos me traicionan. No sé qué pensar, ni adonde voy, el palacio me parece un lugar ajeno, no en el que me he criado y he vivido toda mi vida, sino uno que me causa temor y melancolía. Al subir el ultimo escalón veo que es la puerta de la habitación de mi padre, un sentimiento de alivio me invade con sutileza, entro en ella instintivamente, buscándolo a él.

Él no está, la sensación de alivio intenta escaparse de mí, pero me aferro a ella con todas mis fuerzas, no sé qué esperaba, la habitación está vacía, igual que lo ha estado por estos últimos siete años. Todo sigue intacto. Su biblioteca, su espada, su escritorio, con su compleja colección de libros de geografía, economía y magia encima. Me acerco al escritorio, palpo los libros y puedo sentir la gruesa capa de polvo que se ha formado sobre ellos, llevo mi otra mano hacia la parte inferior del escritorio y siento las escrituras que había hecho ahí para copiarme en varios de sus exámenes sorpresa, me rio nostálgica y una lagrima termina de caer de mi rostro. Camino hacia su cama y me echo sobre ella, las sabanas conservan su olor todavía, tabaco y tinta. Mi mente, mi cuerpo, todo es más calmado y claro ahora, inconsciente de la catástrofe que está por aproximárseme, me dejo llevar por la sucesión de pensamientos que vienen a mí, yo, a mis cinco años, en mi primero lección de geografía y economía, yo, a mis siete años, en nuestros establos aprendiendo a cabalgar, yo, a mis ocho años, haciendo mi primer hechizo exitoso, yo, a mis diez años, en mí primera lección de espada, y finalmente, yo, a mis once años, siendo notificada del deceso de mi padre. Un par de lágrimas caen sobre las sabanas. Me levanto de la cama y viene a mi el deseo de querer ver aún más la habitación, sopeso rápidamente el tiempo que tengo sin venir a este lugar y me apenó por la respuesta. Camino hacia la ventana para quitar la cortina y dejar pasar un poco de luz externa, pero me detengo y toco la tela, la examino en mis manos. No es la misma, y ahí es donde siempre me doy cuenta.

  • Por supuesto… -Miro a mi alrededor-. Esto, esto es un sueño.

Y halo la falsa cortina con todas mis fuerzas, desprendiéndola, y cae a mis pies.

La luz de la luna llena se adentra en la habitación, lo que antes era nada más que un grupo de cúmulos oscuros evasivos, ahora los veo mejor, los objetos tienen color y dimensión, los observo con mayor claridad. La vaina de la espada de mi padre no era de ese color, el diseño del espejo de su habitación era diferente, su cómoda no era tan baja. Sigo intentando recordar más detalles para seguir convenciéndome que esto no es mas que una mera ilusión, pero en ese momento irrumpe de la nada, es ella, la obscuridad. La observo filtrarse por debajo de la puerta y de la cama de mi padre, me alejo aterrorizada dando largas zancadas hacia la biblioteca, de la cual, inesperadamente, comienzan a caerse los libros, uno tras otro, llevo mis ojos hacia los lugares de donde se han caído y veo como salen chorros de una consistencia semi-acuosa, parecida al betún y negra como el carbón.

  • ¡Es ella! -grito para mis adentros-. ¡Viene por mí!

Siento que desfalleceré en cualquier momento, llevo mi mano hacia el escritorio para evitar caer, estoy aterrada, si, lo estoy.

  • ¿Por qué? -me recrimino a mí misma.

Sé que esto es un sueño, lo sé, estoy segura. Abandono mi búsqueda por una respuesta y me entrego a mis instintos, reúno todo el valor que aún me queda y me acerco a la espada de mi padre, la saco de la vaina y la empuño hacia la fangosa negrura que se acerca a mí, de ella, gruesos látigos como tentáculos salen, y tratan de tomarme, yo los corto uno tras otro y caen al piso, cinco, diez, quince, caen al suelo, pero toda acción parece inutil ya que sigo siendo acorralada más y más. Sigo agitando la espada contra los amenazantes tentáculos cuando escucho un siseo, trato de encontrar de donde viene, pero no puedo descuidarme, algo camina entre mis pies y al mirar abajo me doy cuenta que los tentáculos que he estado cortando se han estado convirtiendo en serpientes negras. Algunas se alzan sobre su abdomen y tratan de morderme mientras otras zigzaguean hacia mí, yo las apuñalo una tras otra en la cabeza y caen muertas. Una gota cae sobre mí, seguida por otra y otra, veo arriba y contemplo absorta como el techo está lleno de hilos largos que dejan caer gotas negras en todas partes, otra gota cae sobre mi vestido y comienza a expandirse. Una de las serpientes casi logra morderme y me hace retroceder, me quito ágilmente la pieza de arriba de mi vestimenta y la echo al río de sombras. Mi espalda toca el cristal de la ventana y sin pensarlo dos veces lo rompo y camino hacia el amplio balcón al que da, corro hacia el quicio para volar fuera y lejos, pero me detengo al observar como todo ha sido devorado por la tenebrosa pared de tinieblas, como ha aumentado su cuerpo y dimensión, convirtiéndose en un océano negro y vasto; casi infinito. Y nuevamente vuelvo a escucharla, es su voz.

  • Yoko -me llama, en su gélida voz fantasmal.

Volteo y las serpientes y tentáculos han desaparecido, sin embargo, sigue avanzando, ya no sé que mas hacer, con un rápido movimiento de mis manos hago que una gran llamarada rodee a la abundante negrura, el fuego se propaga con rapidez y rodea el castillo, veo ante mis ojos como ese castillo, mi hogar, es consumido por las llamas, el lugar que tanto ame se torna en una imagen dantesca ante mis propios ojos, todo en vano, ya que el fuego deja de avanzar, y es consumido por el manto oscuro.

Repentinamente, de entre las tinieblas se forma la figura de una persona.

  • Piel pálida, ojos grises, pelo abundante y de un color negro azabache, es como si nunca se hubiera ido -pienso para mis adentros.

Se acerca a mí con su usual caminar, lenta pero intimidante. Al posarse frente a mi lleva sus manos a mis rostro, contrario a hace un momento, mi cuerpo no está tenso, está ligero y encantado por el familiar toque. Veo como unas lágrimas se asoman en sus ojos, me entristezco junto con ella, intento decirle algo pero no logro oír mis propias palabras. Ella intenta lo mismo pero tampoco consigo oír las suyas y ahí. Despierto.

Me levanto envuelta en sudor, sin aliento, alterada. O al menos, solía ser así. Ya no grito, ya no lloro, ya no temo, lo he lentamente aceptado como algo más de mi rutina, otra pieza de mi día a día, pero hoy no, hoy el sueño es el mismo pero el día es distinto, y yo también, hoy finalmente será mi cumpleaños número dieciocho y por lo tanto también mi tan planeada coronación.

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