Black Magic Bar (Relato)

La luna llena en el cielo, pintaba la noche de misterio
fuera del Black Magic Bar, las fieras hacían filas para entrar
los lobos fumaban, las quimeras taconeaban
y yo, una simple humana, ante aquella multitud pagana.   

Desde el segundo piso, una figura humanoide me señala
me sonríe, como si se tratara de un logro
la puerta es abierta por un ogro
la silueta se inclina, en un ademán de bienvenida
mientras un destello, ilumina sus lentes negros.   

Hay más misticismo del que espero
¿acaso es sándalo y weed lo que huelo?
mientras el tecno salude los cuerpos
siento una mano rosando mi cuello
volteo y una bruja de largas uñas
aspira las puntas de mi cabello.   

Sujeta mi rostro con sus largos dedos
a tres milímetros de lo que pudo ser un beso
suelta una fuerte risa, la piel se me eriza
y en un canto desafinado profetiza
"no confíes en los hombres
que usan lentes oscuros por la noche"   

Desde el medio de la pista
mis ojos lo buscan por lo alto
algunos vampiros se me quedan mirando
antes de darme cuenta
la música ha poseído mis caderas
y en medio de las bestias estoy bailando   

Cierro los ojos
danzando con todos y ninguno
bailo salvaje y sin pudor alguno
una copa fría aparece en mi mano
y yo sin permiso la acabo de un trago.     

Las vibraciones disminuyen
y siento el sonido del bajo atravesarme el pecho
no sé porque sonrió, no sé porque bailo tan lento
alzo mis brazos al viento.  

Una mano se posa en mi espalda
una presencia respira en mi cara
palpo su corto cabello
si es demonio le faltan cuernos
su aura es caliente
su aliento de roble sopla en mi frente
puede ser... tal vez...
deslizo mi mano a sus ojos
es él… mi hombre de anteojos.   

Manoseo su rostro sin delicadeza
soy consciente de que soy su presa
"ten cuidado humana"
pronuncia rosando mi oreja
sus palabras me divierten
y con ternura me advierte
"no querrás ver un incubo de frente" 

Con que de eso se trataba
un baile con mis demonios
con mis deseos, mis prejuicios
un trago de vicios
una lujuria desconcertante
el mundo que creo ver
y del que no me atrevo a embriagarme.   

Abro mis ojos
y me encuentro a mí misma
en el reflejo de dos cristales oscuros
la sonrisa me delata
la curiosidad me mata
se los retiro con cautela. 

Se posan en mi
dos profundas iris negras
y una sonrisa serena
no había tenido nunca
una pesadilla tan bella
un acto arropado de magia negra.