Luz y fuego
Esas mascaras no resistirán. Nada es eterno, ni nunca lo ha sido. Tampoco lo será ahora que he conocido la oscuridad en su forma más tenaz. Aunque realmente solo haya sido el humo de un fuego que apenas comienza a prenderse.
Ese fuego tiene nombre, se llama miedo, y la resistencia al mismo son las ganas de vivir.
Vivimos restando importancia a los momentos, ignorando anuncios y a las personas que los hacen, dejando atrás a los amigos, silenciando pensamientos y sentimientos. De esta forma dejamos escapar abrazos, escondiéndonos de cualquier tipo de amor. Como si tuviéramos que resguardarnos a cada momento para que no nos dañen.
Eso realmente es que nos engañamos. Dejamos la vida de lado, por razones o excusas fundadas en miedo. Por eso, ahora más que nunca la pregunta es: ¿Estamos realmente viviendo?
Sin corazas ni mascaras es cuando más vivos nos sentimos, sin cesidad de aparentar o demostrar, sin tener que econdernos dentro de nosotros mismos, porque aún cuando lo hacemos la oscuridad puede abrazarnos. Quizás ha llegado la hora de apagar el fuego.
Y sí, algunas luces se pierden en la oscuridad. Hasta se queman las alas de quienes pretenden volar. Aún así, a pesar de todo eso y más, siempre se aprende a caminar, con las condiciones que toque hacerlo.