Un Ojo – Capítulo 0 – Ciencia Ficción / Suspenso
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Yo a los siete años… la pequeña castaña… era muy diferente en aquel entonces.
Una pequeña niña de cabello demasiado largo para su edad, mirando la televisión en el canal para niños. Un rostro feliz de un trabajador animado aparecía en un programa de la tarde, que pasaban a la hora de regreso de la escuela.
Un documental familiar, decían, de parte del gobierno. El trabajador comenzaba diciendo: “¡Hola niños! ¿Cómo le ha ido en la escuela? ¿Bien?” y hacía una pausa.
Unas voces de niños respondieron: “¡Bien!”
“Hoy vamos a hablar de algo muy interesante… vamos a hablar de qué sucede cuando tenemos un nuevo miembro en la familia; un bebé” continuó.
“¿Qué sucede cuando hay un nuevo bebé en la familia? Como muchos de ustedes han de saber, su madre y su padre fueron al hospital más cercano. Allí, nació el bebé. Ahora, cuidar a un bebé requiere muchas cosas, cosas que pueden volverse complicadas y pueden terminar en accidentes, o enfermedades para el infante… cosas que nuestros ocupados padres no pueden atender, pues necesitan trabajar duro para comprar la comida… y nadie quiere ellos se detengan, ¿Verdad?” dijo él.
“¡No!” contestaron los niños.
“Bueno, es por eso que tenemos a varios amigos que nos pueden ayudar a atender al bebé mientras crece, para que siga sano hasta que se haga grande y fuerte, ¿Saben de quienes hablamos?” dice él.
“¡De los QB!” dicen los niños.
“¡Sí! ¡Exáctamente! Al nacer, los bebés son entregados a estos buenos amigos, los cuales los atienden a la perfección, sin cometer errores, como puede ocurrir con los padres ocupados.” Decía, mientras un dibujo de un bebé se mostraba en la pantalla siendo cargado por unas máquinas un tanto grandes, pintadas de diferentes colores. Una de ellas tenía una pantalla, con un rostro de una mujer sonriendo y haciendo diferentes expresiones, y se mostraba al bebé sonriendo.
“Los QB se encargan de dar todo lo que necesita al bebé, desde alimentos hasta cantarle canciones en la noche. Finalmente, cuando crecen lo suficiente para ir a la escuela, pueden volver a casa de sus padres, quienes quizá quieran la ayuda de otros amigos, los AB. ¿Los conocen? ¿Quiénes tienen uno en casa?” dijo él.
“¡Yo!” Contestaron los niños.
“¿Cómo los trata?” dijo él.
“¡Bien!” contestaron ellos.
“Muy bien. Los felicito niños. Por eso, hoy vamos a ver cómo funcionan y de qué están hechos…” dijo.
En ese momento ya había perdido un poco el interés, y, aburrida, cambié el canal, pues sabía que iban a hablar de detalles técnicos que no me importaban, pues el programa trataba de eso, explicar el funcionamiento interno de las cosas a los niños.
Después escuché la puerta, era mi padre. Llegaba con la expresión pensativa, pero al verme, como siempre, sonreía y se acercaba a darme un abrazo.
Corrí hasta él y lo abrasé. Él me preguntó que qué había estado haciendo, le contesté que había estado viendo la televisión, y él me dijo que le alegraba que me hubiera portado bien mientras él estaba fuera. Hubo una pausa, y yo estaba un poco pensativa.
“¿Pasa algo cariño?” me pregunta él. Yo le digo. “Oye papá… ¿Yo no tuve un QB cuando nací para que me cuidara? ¿Por qué no tenemos un AB en la casa?”.
Mi padre parecía un poco sorprendido. Entonces pensó durante unos momentos.
“Hija... sabes que yo te amo mucho, ¿verdad?” dijo él. “Sí, claro” dije yo. “Bueno… como te amo tanto, quiero pasar todo el tiempo que pueda contigo… y eso me hace feliz, ¿Entiendes?” me dijo.
“Sí… hmmm… si es así… ¿por qué los otros padres no están con sus hijos desde bebés también? ¿No nos quieren?” dije.
Él pensó por unos momentos más. “Sí… pero algunos sienten que no saben qué hacer pues nunca han cuidado un bebé… a otros les ha llegado un bebé estando muy jóvenes y todavía quieren hacer otras cosas además de cuidarlo… y otros creen que no sucederá nada si los dejan solos todo ese tiempo…” me dijo.
“Pero… ¿no pasa nada verdad?” pregunté.
“Bueno… para ponerlo de una manera sencilla… ¿Sabías que los bebés, aunque parecen débiles y confundidos, en realidad son muy inteligentes?” dijo él.
“¿Sí?... pero no hablan… ni nada” dije yo.
“Claro, porque todavía su cerebro está creciendo, pero hay partes que ya funcionan muy bien y son muy importantes para su vida futura… por eso necesitan nuestra ayuda aún de muy pequeños” Dijo.
“Algo muy importante, por ejemplo” continuó, “Los bebés nacen con gran capacidad de aprender. Ellos aprenden a sentir y expresarse gracias a la ayuda de sus padres. Por ejemplo, cuando ellos empiezan a llorar, ven a sus padres acercarse, preocupados, eso les enseña las expresiones que otros hacen al sentir dolor y le enseña a sentir dolor cuando sus padres hagan esa expresión… eso es algo muy importante, algo que llamamos empatía”.
“Pero… esas máquinas tienen pantallas… con las que hacen expresiones…” dije yo.
“Sí… las máquinas tienen una serie de reglas que les dicen cuando expresar una emoción u otra… pero… hay situaciones que son más complejas y requieren del sentimiento humano, situaciones que las máquinas no podían entender, y nosotros tampoco, pero lo hacíamos bien pues es parte de nuestra naturaleza” dijo él.
“Ja… entiendo… ¿o sea que hay veces en las que las máquinas reaccionan mal porque no entienden pero uno sí porque a uno le sale natural?” dije yo.
“Sí, así es, y sin esas emociones naturales que le expresan los padres, los hijos no pueden aprender a entender los sentimientos de otras personas… ni siquiera los suyos propios” dijo.
“Y… si es así… ¿La gente que conocemos que fue criada por ellos… es mala?” pregunté.
“Bueno… ¿Por qué no hablamos eso más tarde, después de que comamos y descansemos un rato? ¿Te parece?” dijo él.
“¡Sí! Tengo hambre…” dije yo.
Con eso, nos fuimos y él siguió jugando conmigo y pasando el rato hasta que nos fuimos a dormir… el tema se me fue por completo de la mente. Pero ahora lo recuerdo muy bien… y ahora entiendo por qué sentía cierto temor en su mirada cuando hablamos del asunto…
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