Aquel día la familia Reyes recreó en la cabaña de verano que tenían, dicho lugar estaba rodeado de un vasto bosque de pinos y quedaba cerca de un gran lago.

     Era de noche y la tempestad despertó a Dale, un hombre de contextura gruesa que dormía en el sofá de la sala de estar.

   -¡Ah… carajo…! -dice aún somnoliento, algo capta su atención como para terminar de despertarlo, pues la puerta principal está abierta y se balancea con el viento.

     Dale se levanta para cerrar la puerta cuando su hermana Adeline baja por las escaleras haciéndolas rechinar; eso causa que Dale voltee.

     -¡Dale! –llama Adeline, una mujer rubia de contextura media, está en la escalera y apoyada del pasamanos.

     -¿Qué pasa hermanita? No grites… despertarás a todos –dice él mientras cierra la puerta -. Ah… por aquí se mojó un poco.

     -¡Ashley no está! –dice Adeline después de bajar y encender la luz deprisa.

     -¿Ah? ¿Cómo que no está?

     -Como lo escuchas, no está aquí. La busqué en el baño y en todas las habitaciones de arriba.

     -Yo… no la he visto por aquí –dice Dale a la vez que divisa alrededor para verificar la presencia de Ashley.

     Adeline angustiada y de brazos cruzados se pasea por la sala de estar, piensa en dónde podría estar su hija.

     -Adeline, creo que salió.

     -¿¡Qué!?

     -Podemos salir, pero este clima es de lo peor, además, es de noche.

     -¡No me interesa!, ¡mi niña está allá afuera! –dice ella mientras señala hacia el bosque por la ventana a las espaldas de Dale.

     -¡Cálmate! –Dale la toma por los hombros -. Primero verifiquemos que no esté en la casa, busquémosla bien.

     Esa noche Adeline no pudo dormir, ella y Dale confirmaron la ausencia de Ashley en la casa y salieron no muy lejos a buscarla, pero no estaba en los alrededores.

     Al amanecer toda la familia fue informada sobre la situación de Ashley y salieron a buscarla todo el día. Durante el ocaso, Adeline junto a unos pocos parientes salieron para reportar la desaparición de la niña de seis años.

     Los días pasaban y la paciencia de Adeline se agotaba, ella estaba en la sala de estar, lista para descansar un poco de la búsqueda hecha ese día, cuando alguien toca la puerta.

     -Señorita Reyes, encontramos a su hija –dice el oficial encargado.

     -… ¿Y está bien? –dice Adeline con voz intranquila posterior a un silencio.

     -Sí, por muy extraño que parezca, está en muy buen estado. Venga conmigo, necesitamos que lo vea usted misma.

     Ambos salen de la cabaña y varios familiares se acercan a Adeline para compartir la alegría de la aparición de su hija.

     -¡Adeline!, ¡la encontraron! –dice Dale posterior a abrazar a Adeline y seguir a la cabaña.

     Siguen hacia el helicóptero algunos metros delante de ellos y otro oficial abre la puerta para que entren Adeline y el encargado.

     -¡Mamá! –Ashley, quien está en el interior del helicóptero de rescate, corre hacia su madre para abrazarla.

     -¡Ashley! -Adeline corresponde el abrazo y le da besos en las mejillas.

     -Siento interrumpirles… Srta. Reyes, el asunto es… esta niña estuvo cuatro días en el bosque y está en buen estado nutritivo, también la encontramos con estas prendas –dice el oficial antes de mostrarle a Adeline una pijama con múltiples manchas de sangre -. Ella no tiene heridas, por lo que podría asumir que fue de los animales que consiguió.

     -“Es la que llevaba Ashley ese día… antes de que desapareciera.”

     Ashley fue interrogada, revelando que despertó en una casa desconocida; fue alimentada como cualquier persona normal hasta que posterior al descanso del tercer día, fue abandonada en el bosque. Dicha historia confundió al oficial, ya que la sangre en la pijama no le pertenecía a Ashley.

     La madre no podía creer que fuera un secuestro, puesto que en la casa había mucha gente, por lo que asumió que ella estaba en un tipo de shock.

     Después de un par de días en la cabaña, volvieron a la ciudad.

     Adeline preparaba el vestido de su hija para llevarla a la fiesta de su mejor amiga Emma, notaba cierto grado de ansiedad en Ashley, pero supuso que con la fiesta se relajaría.

     Salen de la casa e ingresan al auto, Adeline voltea a ver a su hija, quien se abraza a sí misma como si tuviera mucho frío.

     -Amor, ¿estás bien?

     -Sí, mamá, solo tengo un poco de frío.

     -¿Quieres que te busque un abrigo?

     -No… estoy bien, gracias.

     Cuando llegaron a la casa, las madres se saludaron y por supuesto, también las niñas, que no tardaron en entrar a la casa para jugar.

     -Emma, ¿y Hannah? –pregunta Ashley mientras ve el pastel en la mesa.

     -Oh… ella está resfriada, ahora mismo descansa en su habitación.

     -Oh… ¿puedo ir a verla?

     -¡Claro, vamos!

     Emma y Ashley caminan por la casa, pasan la sala de estar e ingresan al pasillo donde están los cuartos. Emma abre la puerta de la habitación de Hannah.

     -Hannah, Ashley está aquí –dice Emma al abrir la puerta y ver a su hermana en la cama.

     -Cof… Hola Ash, qué bueno que estés bien –dice Hannah mientras la mira amablemente -. Emma y yo estábamos muy asustadas.

     -Gracias, Hannah, ¿y tú estás bien? –dice Ashley mientras se sienta en el borde de la cama junto a Hannah.

     -¡Amor, llegaron más invitados! –grita la madre de Emma desde la sala de estar.

     -¡Ya voy, mamá! Bueno, ya vuelvo –Emma se despide agitando rápidamente la mano para luego marcharse.

     -Ashley, ¿estás bien? –dice Hannah al ver que la niña se abraza fuertemente a sí misma.

     -Sí… estoy bien –dice Ashley mientras jadea débilmente.

     Emma recibe a un par de primos, quienes están en la sala de estar conectando una consola para jugar videojuegos.

     -Esperen y traigo a Ashley –dice Emma.

     Emma camina para adentrarse nuevamente en el pasillo y quedarse paralizada al ver cómo Ashley entierra sus dientes en el hombro de su hermana menor, quien está sin vida en los brazos de su mejor amiga.

     -…Me siento mucho mejor –dice Ashley después de un suspiro cuando voltea a ver la puerta.

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Fin del cuento