Podía recordar a la perfección como en aquella noche de invierno, en aquel mohoso y húmedo sótano, lo único que podía darme calor era mi preciada muñeca.

    No recordaba donde estaba, que traía puesto o si es que era de día o de noche, pero el frío helado que se colaba por mi piel y me hacía temblar como cristal, jamás podría olvidarlo. Tampoco como sus labios se movían una y otra vez intentando decirme algo, pero lo único que podía escuchar era un zumbido en mis oídos. ¿O tal vez es simplemente algo en mi cabeza al no poder recordar sus palabras?

    Mi madre, con su hermosa melena rubia y sus ojos achocolatados, dejo de mover sus labios y solo me miraba. Me dolía admitir que no recordaba que reflejaban sus ojos en ese momento, no podía recordar cómo miraba a su hija de tan solo 6 años en aquel momento tan importante. Acarició mi cabello mientras las lágrimas en sus mejillas se llevaban con ellas aquel líquido rojo en su rostro, convirtiendo las gotas de agua salada en sangre. Segundos después se derrumbó a mi lado. Antes de que pudiera siquiera reaccionar ante lo que estaba sucediendo frente a mi, la habitación se iluminó con una luz a mis espaldas.

    Unos hombres uniformados derribaron la puerta desgastada y descolorida de un solo golpe, la luz del exterior iluminó la habitación, y con armas en mano pasaron el umbral. Estas personas se quedaron paralizados al caer en cuenta de lo que le había sucedido —que no recordaba por completo y que nadie quería terminar de contarme— a mi familia. Las miradas de terror no se hicieron esperar. Algunos vomitaron en el suelo, otros se taparon la nariz horrorizados o simplemente huyeron de la escena subiendo las escaleras de piedra. Solo uno de ellos, una oficial, se acercó a mí con la cara pálida y moviendo los labios con lentitud, y siguió "hablando" mientras me sacaba de aquel lugar. No recordaba nada de lo que me había dicho aquella mujer.

    Y sigo sin recordar nada de lo que pasó después que me sacaran de aquel sótano. Aquellos meses de invierno son simples recuerdos mudos en mi cabeza.

"Hagas lo que hagas, mi preciosa hija, aléjate lo más posible del camino que va directo hacia el diablo"

    El primer día de la primavera siguiente, pude recordar las últimas palabras de mi madre, antes de que su vida fuera arrebatada por las manos de aquel demonio que había invocado mi padre en el sótano de nuestra casa.

❝Y la verdadera tentación empezará pronto...❞

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