DE LA BURKA A LA LUZ Capítulo 4 (parte 2)

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DE LA BURKA A LA LUZ (Capítulo 4)

LA HUÍDA (Parte 2)

Las negociaciones finalmente terminaron, y de Alemania pasaron a Italia, siempre aprovechando el tiempo tanto para firmar acuerdos como para conocer las particularidades de cada país. Enseguida les esperaría Francia.

Con todo el encanto de un país lleno de cultura y de arte, no había ni un solo rincón, ni un solo camino, puente o túnel donde no se respirase ese ambiente bohemio especial. Las mujeres parecían modelos de pasarela, guapas todas, fueran jóvenes o mayores. Esas eran las observaciones de los turistas. Sin embargo Farid sólo tenía ojos para su amada Teresa. Horas después de su llegada, tomarían las mejores habitaciones, y antes de involucrarse nuevamente en los negocios, decidieron conocer juntos el lugar. El Barrio de Montmartre, sin duda era un sitio interesante. Después de caminar por un rato, se encontraron subiendo una pequeña colina llena de artistas exponiendo sus obras; era la “Place du Tertre”. Aunque el viento les hacía difícil el trabajo a los artistas, que incluso trabajan al aire libre mientras atendían a los visitantes, los sorprendidos forasteros seguían disfrutando del trayecto. El cual los llevaría hasta una de las partes más altas de la loma, muy cerca de una escuela de arte, donde vieron a un retratista, con unas estupendas obras. Farid no desperdició la oportunidad para pedirle al hombre que dibujara a su médica favorita. De manera que intentaron acomodarse en el lugar, mientras el sujeto del caballete, peleaba contra el aire, que no lo dejaba trabajar.

—Es tan hermoso el rostro, que no quiere plasmarse en el papel – comentó con gracia el dibujante, que luchaba por mantener de pie el caballete.

Para facilitarle el trabajo al artista, Teresa no se movió. Y su esfuerzo tuvo éxito; tan sólo veinticuatro minutos tardó en hacer el retrato, el cual quedaría como referencia para una obra posterior. La excursión por la plaza siguió hasta después de ocultarse el sol. Sólo el cansancio los haría abandonar la maravillosa caminata. Los tres estaban rendidos. Sin contar al hombre que los acompañaba para facilitarles el acarreo de las curiosidades que compraban.

— ¡Ah sido estupendo el paseo! — Comentaban de acuerdo los tres, entre risas de satisfacción.

— Una de las mejores experiencias, a mi punto de vista — puntualizaba Farid.

—Estamos de acuerdo — corearon las damas. — pero tenemos hambre.

—Vamos pues, a cenar. ¿Qué quieren comer, mis queridas mujeres?

Y mientras el hombre que los acompañaba subía sus recientes adquisiciones a las habitaciones, ellos fueron a tomar un lugar en el restaurant.

Los días posteriores, aunque no fueron tan interesantes ni trascendentales como aquella tarde, siguieron siendo días para recordar. No en vano es uno de los destinos preferidos por los turistas de todas partes del mundo. Incluso si de cerrar transacciones se trata. El viaje prosiguió, y luego de dejar Francia viajaron a Dadra, Agra; en India. Una de las zonas preferidas para el turista, aunque hay un tremendo contraste entre el elemento humano y el arquitectónico. Templos majestuosos, algunos de oro, rodeados de zonas verdes fantásticas, donde se percibe la increíble sensibilidad del artista que moldea el paisaje para deleitar al viajero. Gente amable, que complace al visitante. Y una de estas amables personas, es recepcionista en el hotel donde se aloja el grupo. Inmediatamente ve a Layla y le brillan los ojos, queda completamente prendado de ella, y se desvive por atenderla. Ella no ignora el hecho y le sigue la corriente.

Una vez instalados, Farid platica con Teresa y Layla sobre un problema que ha surgido para continuar el viaje.

— Layla, Jabibi; Una compañía japonesa me ha comprado los proyectos y debo ir allá. Pero, tu Teresa, tú no tienes completos los documentos. —Explicaba Farid.

—Hablaré por teléfono a mi familia para que me los reúna.- dijo inmediatamente Teresa

—Ojalá que no tarden mucho en llegar, de lo contrario tendré que ir sólo— dijo Farid con preocupación

Su estancia en India transcurrió placentera, como lo había sido en general el resto del viaje. Visitaron las mezquitas, los parques y demás lugares turísticos. Uno de ellos fue el Taj-Mahal. Uno de los lugares icónicos de India, de una belleza arquitectónica única. Paseaban por los alrededores, cuando Farid notó un taller artesanal de joyería, y pensó en sorprender una vez más a su amada.

—Ven, jabibi. — la tomó de la mano y la introdujo en aquel taller, un tanto obscuro, en donde se encontraba el dueño del mismo, muy afanado en su trabajo, con apenas una luz.

— ¡Señor! Muy buen día tenga Ud. — le dijo al artesano, saludando— Quisiera que le hiciera Ud. un collar a la dama, como ella lo pida. Quiero que sea el más bonito que jamás haya hecho.

— ¡Pero Elvi (mi corazón)! Eso es sumamente costoso, ya me has dado mucho. Yo estaría contigo aunque no tuvieras nada. —le dijo Teresa con ternura.

—Mi querida Gaga, te daría el mundo entero si pudiera, déjame darte tan sólo una muestra de todo lo bello que hay en él. —Insistió el enamorado.

Así pues, el joyero interrogó a Teresa sobre el diseño que querría para su collar. La piedra lapislázuli fue la que escogió para él, uno de los más bonitos que el artista hubiera hecho.

Layla por su lado, aunque siempre iba a donde andaban ellos, se daba su tiempo para conocer al buen mozo hindú, pero siempre muy discreta; no le agradaba llamar la atención. Por eso la única que sabía de esa secreta relación era Teresa.

Mientras tanto en Almería, España, ajenos a todo lo que pasaba en India, la familia de Teresa intentaba reunir la documentación para que esta última pudiera viajar con su enamorado a Japón. Sólo que no era tan fácil. Y a eso había que agregarle la oposición que presentaba a la relación el medio hermano de Teresa. Quien desde la adolescencia había intentado en vano obtener su amor. Al no poder conseguirlo por las buenas (porque Teresa lo veía como a un hermano) lo intentó por las malas.

En cierta ocasión, aprovechando la familiaridad entre hermanos, él pidió permiso para pasar a su cuarto. Ella, sin imaginar las intenciones de él, se lo concedió. Y una vez adentro y aprovechando la ausencia de los demás, intentó forzarla. Pero Teresa era fuerte, y no lo iba a permitir. De modo que en el forcejeo ella le puso la mano en la cara, y lo único que pudo hacer fue apretar la mano lo más fuerte que pudo, sin darse cuenta que era en un ojo en donde oprimía. De esa manera fue como su medio hermano quedaría sin el órgano. Luego por venganza intento violarla en varias ocasiones, sin éxito. Y ella callaba por miedo a que no le creyeran.

De ahí en adelante, intentaría hacerle la vida lo más difícil que pudiera, por eso obstaculizaba la obtención de esos documentos lo más posible. Tan bien hizo su trabajo, que llegando el día del viaje de Farid, los documentos no llegaban, para que Teresa pudiera viajar. De manera que, como no podía posponer el viaje, Farid le dio instrucciones precisas a su hermana para que cuidara a su amada durante su ausencia. Tanta era la devoción que él sentía por ella, que incluso le dio una lista de los alimentos que podía comer, y los que no. Pero además le proporciono todos los pormenores para que ellas, junto con algunos de sus hombres a cargo, se trasladaran a Marruecos, para encontrarse ahí al concluir las negociaciones.

Layla amaba a su hermano, y no quería contradecir en lo más mínimo sus planes pero…. ¿Qué pasaría con ella y su querido enamorado? Eso era algo que le preocupaba hasta quitarle el sueño. Nunca se había enamorado así; en la oscuridad de su habitación daba vueltas y vueltas en la cama, pensando sin cesar. En medio del silencio se podía percibir cualquier murmullo, incluso con la ventana cerrada. Sin embargo en su cabeza llena de inquietud no podía escuchar. El ruido de su preocupación acallaba todo cuanto había fuera de su cerebro, sin permitirle oír que afuera su amado la llamaba con insistencia.

Continuará ...
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