Sin ir más lejos

En otro tiempo, habría escrito odas a fumar tabaco, ese acto tan privado, aunque también se conciba en público; vehículo planta de habichuelas que permite levitar lentamente al pensamiento. Un suspiro pulmonar hasta el Katmandú de las ideas, perdido durante un instante sin medida entre hilos de humo clarividente.

También habría encontrado ocasión de relatar, una tras otra, las bondades de comer lo que menos dañe. Así, en general. Que la distancia entre un arco y una flecha es de proporción directa a la intención del boomerang, o que lo inmediato de un reflejo decadente puede transitar por el rumbo de lo eterno.

Pero ocurre que llega a agotar la piedra de las estatuas y la estrecha relación que existe de un lado al otro del semáforo; que quién tiene la mejor idea, quiero decir, dejando a un lado los castigos ejemplares, que aún tienen sus defensores, hasta agotar existencias.

Adoptar la forma del envase sin estancarse, quizás. To be a rock and not to roll, supongo, o rodar a la velocidad en que rota la tierra. Y que haya suerte.