CAPÍTULO 7
Era una noche calurosa, el tiempo discurría en un sin fin de minutos eternos que se alargaban en las calurosas horas que acompañaban a mi sueño. Volvieron a llamar mi teléfono, colgué de nuevo pero ya era tarde, me había desvelado.
No sé si estaría dormido aún, o si por lo contrario, era uno de esos momentos dónde tu lucidez mental no alcanza a ver más haya del delirio metódico que ejercen los sueños sobre nuestra psique.
Era momento de dejar la cuna somnolienta en la que me hallaba y hacer algo de provecho. A duras penas conseguí incorporarme en el lateral de la cama, miré por la ventana ( abierta, con un calor bestial de los que azotan a Valencia a veces por Septiembre ), el murmullo del silencio hacía eco en las angostas y viejas paredes que rodeaban nuestro barrio. Odio ese silencio tan profundo, me hace recordar un pasado, del cual, debo olvidarme, pero no puedo.
Cuando sabes mínimamente parte de la historia que acontece la vida ( y el contexto que conforma ) de una persona, puedes hacer unos análisis más precisos y objetivos, sin influencias de primeras impresiones. Este trabajo había dado sentido a unos cimientos de un edificio que se había mantenido en ruinas durante años: mi vida.
Anduve por mi nuevo hogar mientras mi cerebro rebobinaba los últimos 7 años de mi vida. Jamás diré que haya tenido mala suerte en la vida, solo hay que ver noticias sobre el tercer mundo, o sin irse tan lejos, uno puede ver a tres calles de la suya la pobreza más absoluta en la inanición de un niño a merced de lo que decidan " Asuntos Sociales ".
Pero cómo este relato es sobre mis experiencias vítales y laborales, debo brindaros la oportunidad de que conozcáis algo de la historia que llevo tatuada en mis recuerdos. Cómo hay tiempo para todo en este memorándum, partiremos en este capítulos sobre las olas forzosas que trae la vida a la orilla de nuestra estabilidad, arrasando con todo lo que se encuentra a su paso.
A los 20 años me consideraba la persona " más feliz del mundo ". Me encontraba en la Universidad, con unos padres maravillosos, mi abuela a la que cuidaba desde la infancia y con la mujer a la que amaba, mi hermosa y dulce Esther.
Predecir los cambios que el destino puede producir en nosotros, es tarea inútil. Pero medir las consecuencias de tales contextos, por desgracia, no.
Era un 20 de Octubre de principios de la década 2000. Mi padre me estaba ayudando a organizar mis apuntes universitarios en unas carpetas tipo empresa ( así distribuía mis apuntes desde que era un cachorro ):
Ay, otra vez me vuelve a doler aquí - Señalando debajo del estómago.
¿ Qué ocurre Marcos, otra vez el dolor ? - Desde el salón con voz de preocupación.
Me duele mucho María - Con voz temblorosa. - Es como si un cuchillo rozase el interior de mi cuerpo...
Yo no le di más importancia, supuse que serían gases o algún problema intestinal, vete tú a saber. Una vez terminado los apuntes, mis padres me comentaron que se marchaban a dar una vuelta para tomar el aire.
Pasaron las horas y no llegaban a casa. Esas épocas no eran cómo ahora, tenías un móvil o dos por casa. Contactar con alguien que se encontrase " dando una vuelta ", podría llegar a ser Misión Imposible. Alrededor de las 11 de la noche, el teléfono de casa sonó:
- Julio - escuché en el otro lado a mi madre. - No te preocupes, pero tu padre tiene que quedarse en el Hospital, le volvió a entrar un dolor intenso y tuvo que venir la ambulancia a recogerlo, no podía ni caminar. Ahora se encuentra muchísimo mejor y más relajado, mañana no vayas a la Universidad, pásate por aquí directamente.
Esa noche no pude pegar ojo, estuve viendo la televisión con mi abuela ( que sufría Alzheimer, aunque a poca escala ) y una vez que ella se fue a dormir, pasé las 6 horas siguientes tumbado en el sofá del salón mirando al techo.... a las 8 de la mañana me disponía a ducharme cuando sonó el teléfono de casa:
- Julio, ven ya, Papá está muy enfermo.
Y efectivamente lo estaba. No voy a entrar en detalles, le dieron una esperanza de vida de 6-12 meses y sin posibilidad alguna de curarse. Fueron los meses más jodidos de mi vida, juntándose un cúmulo de situaciones.
Para cualquier post-adolescente, su sueño es tener novia y que encima viva contigo. Ese era mi caso. Mi novia Esther se llevaba muy mal con su madre y solía dormir en mi casa incluso entre semana. Ella era universitaria, cuando la conocí dejé prácticamente de fumar marihuana, terminé Bachillerato y empecé la universidad.
Llevábamos tres años juntos y debo reconocer que gracias a ella terminé mis estudios y viví tres años inmensamente feliz. Pero también es cierto, que es la persona que más me ha hecho sufrir como ser humano y que dejó una huella sentenciadora en mi autoestima. Por resumir brevemente y sin, de nuevo, entrar en muchos detalles ( porque son cosas que me hacen daño ) lo que os voy a narrar ahora es un resumen de cuatro líneas.
Al mismo momento que mi padre enfermó, ella fue admitida en un curso de Erasmus que coincidía con el final de carrera. Era un momento importante para ella, aunque yo estaba en una situación límite, cuando amas a alguien ( que joder, la amaba ) sólo deseas que se proyecte a nivel laboral y que cumpla sus metas y sus deseos, sea contigo o sin ti.
Al morir mi padre ( Que gracias a Dios, murió en mis brazos, lo cual es un orgullo que jamás se desprenderá de mis recuerdos... ), ella vino desde su destino estudiantil al funeral. La encontraba rara, distante, ya incluso en éste tiempo, sucedían cosas que no alcanzaba a entender, pero confiaba en ella con la misma pasión que mi corazón se aceleraba al mirar sus fotos.
Pero mi sorpresa fue mayúscula, al cabo de dos semanas de decirle " adiós " por siempre a mi progenitor, ella me dejó por teléfono. No lo entendía, tres años y medio de relación, el día anterior durmió a mi lado, la hice el amor mientras nos mirábamos a los ojos y nos jurábamos amor eterno, ¿ Qué cojones ocurría ?. Ni una explicación, la vez que más insignificante y destruido me encontré, fue ese instante.
Todos esos meses atrás, viví una mentira, dónde quizás me auto engañaba, pero de quién yo estaba enamorado había dejado de sentir lo mismo mucho tiempo atrás. Me enteré que se había liado con un Suizo de su clase ( Gracias a una amiga en común ) y que se había estado acostando con él durante meses mientras yo cuidaba de mi padre. Sin comentarios, a día de hoy hablo con ella, la veo como una amiga y la deseo lo mejor del mundo, no es una mala persona, pero fue muy egoísta y no supo medir las consecuencias de sus actos, me destrozó.
Un mes después de la ruptura telefónica, mi abuela ( que era mi segunda madre ), tuvo un derrame cerebral, quedó postrada a una cama sin poder hablar hasta el fin de su existencia.
Deciros que era un joven fuerte, atlético, atractivo, sano, listo, con futuro... Todo lo tiré por la borda, estuve con un trastorno de ansiedad durante 4 años que llevó mi cuerpo y mi mente hasta un límite donde, o salía del pozo o... bueno.
En el año 2009, un año antes de esta aventura, conseguí rehacer mi mente y con ello mi cuerpo. Aún llevo el lastre de 20 kilos de sobrepeso, unas canas que ya quisiera un mojabragas cincuentón y una barriga que ni el mismísimo Sevilla de los Mojinos Escocidos .
Este tipo de recordatorios mentales son muy típicos los días que padezco insomnio, pero ya no son una tortura para mí. Vuelvo a apreciar la vida, me quiero a mi mismo, soy una gran persona y merezco ser feliz.
Tras esta reflexión, dos lágrimas recorrieron mi mejilla, pero no tuve tiempo para seguir en ese ciclo compasivo, la puerta sonó fuertemente:
- ¡ Julio ! - Era César. - Ha ocurrido algo muy grave, necesitamos tu ayuda.