Soledad y mar: Cartas de amor

Querido amor

Enamorada estoy de ti como nunca lo había estado. El esternón se atropella y se calienta, como si tus manos estuvieran aquí para sentirme. Cuando conversamos mis manos tiemblan, sudan. Enamorado estás de mí como nunca lo habías estado. Tu corazón y tu pecho se calienta, como si estuviese abrazándote. Cuando conversamos, tus ojos brillan y tu voz se adormece.

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Adormeces mi alma y me sumerges en la cama, como si estuvieras sobre mí. Oigo los matices de tu voz cansada, adormecida, ronca, engripada, amanecida y casi dormida. Y siento como tu voz recorre cada fibra de mi piel. Probablemente dirás que estoy loca, sí. Porque incluso podría jurar que siento la respiración turnada entre tu boca y tu nariz que estremece mi cuerpo y que calma mis demonios.

Me acaricias el oído con tus murmullos, con tu voz enamorada, sentida, conmovida, excitada y alocada. ¿Sientes esto?, ¿sientes cómo mi corazón se estremece y se calienta?, ¿sientes mi verdadera paz, mis sentimientos hacia ti? ¿sientes mi presencia, mis dedos recorriendo los tuyos, nuestras historias haciéndose realidad, nuestra imaginación volando hacia el infinito? Ojalá que sí, hermoso mío.

Estás aquí conmigo, abrazándome, me abrazas con tanta fuerza que al abrazarnos, necesitamos expirar y desinflarnos los hombros. Amor mío, estamos enamorados. Y nos queremos, y nos necesitamos. Ya la felicidad no cabe en mi alma, por eso la comparto contigo. Me salvaste del hueco y del desastre. Te pienso cada momento, cada día que camino por mis calles, cada noche, en cada sueño estás.

Estamos aquí, brillando entre la distancia, amando nuestros defectos, nuestras heridas, nuestro dolor. Estamos abriendo el alma, quitándonos el disfraz y necesitándonos sin control. Qué bonito es nuestro amor. Eres dueño de mis heridas, de mi cuerpo, de mis escritos y de mi alma desnuda.

Te necesito, abrázame...