4 huecos [Micro-Cuento]
Los niños se apropiaron de ese pedazo de tierra del patio del edificio para jugar a los agricultores muy seriamente. Hasta se quejaron con el muchacho del piso 4 porque derramó el aceite de su moto en la siembra de Ana, dañando parte del cultivo.
La primera cosecha la obtuvo Estefanía, se dio su batata, que luego probarían los tres cuando su mamá se las preparó.
Alejo además tenía planes más ambiciosos. En su pedazo de tierra comenzó a cavar un hueco, que con la ayuda de sus dos primas, Estefanía y Ana, llegó a tener la profundidad de su altura.
¿Pero para qué utilizaría ese hueco? Lo primero que se le ocurrió fue que sería extendido hasta convertirse en un túnel secreto que conduciría hasta el depósito de las bicicletas, unos metros más allá y también sitio de reuniones de los niños. Estefanía dijo que mas bien podría comunicarse con el sótano del edificio, para que fuera más clandestino. Y Ana lo vio simplemente como un escondite subterráneo.
Así pasaron los días, cada uno pensando en qué harían con el hueco, mientras regaban sus cultivos por las tardes y jugaban.
Un día llovió y el hueco se llenó de agua, llamando la atención del viejito del piso 3, que desde hace días observaba con curiosidad desde su balcón, lo que hacían los niños. Él también había comenzado a pensar en el hueco, y un día mientras los niños estaban en la escuela, bajó y sembró en él una mata de aguacate que ya había desbordado su matero.
Texto y foto de mi propiedad