El hospital del placer...

Camino al encuentro con quien en ese momento me encontraba de pareja, iba en el taxi pensando en que el tiempo pasaba y mi vida estaba llena de vacíos, demonios, excesos y un sinfín de cosas sin arreglar y unas que a mi corta edad pensaba que ya no tenían sentido.

Ciertamente iba a verme con mi amante, digo amante porque formalmente tenía un compromiso con otro ya de una relación de aproximadamente 5 años, este hombre que había llegado a darle otro color a mi existir con sus ideas, sus atenciones y su hermosa sonrisa que hacía que me estremeciera cada vez que la veía.

El médico, llegue a su sitio de trabajo y espere por un rato hasta que me tocó el turno, nunca me intereso si aquellas que le servían de secretaria sabían que no iba enferma sino por mi dosis de sexo cuando me antojaba.

Entré y con un dulce beso en su mejilla lo salude, él sin dejarme sentar me agarro del brazo y me llevo hasta la habitación contigua donde empujándome a la pared empezó a besarme y yo a deleitarme con sus besos que eran como alimento a mis ganas de seguir. Sus manos abrieron mi camisa y como animal hambriento comía mis senos mientras yo disfrutaba de ese grandioso momento.

Vi una silla e inmediatamente y muy hábilmente lo lleve hacia atrás, hasta que cayera sentado y arrodillándome delante de él, abrí su pantalón sacando su gran y hermoso pene, lamiéndolo haciéndole saber que era lo que más deseaba, no quería parar en tenerlo en mi boca, y el con su mano empujaba mi cabeza tratando que fuese su ritmo y no el mío quien le diera lo que sabía le gustaba tanto.

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Mientras chupaba y lamía, me quite el pantalón y empezando a frotar mi clítoris la sensación de placer se alzaba sobre mí haciendo que quisiera más y más. El me tomo del brazo y me llevó hasta la camilla besándome y diciéndome que yo era de él, palabras que me excitaban de gran manera, nunca se lo dije pero era como pólvora en mis venas.

Ayudándome a sentar en la camilla abrió mis piernas y cual ladrón empezó a lamerme y a pasar su lengua en toda mi vulva y vagina, no creo poder describir la sensación de placer para ese momento, pero no quería que acabara, quería gritar, yo tomaba su cabeza y la empujaba más y más como si quisiera meterlo dentro de mí.

Empecé a decirle al oído cógeme, cógeme¡¡ no quiero más nada que no seas tú dentro de mí. Y el como siempre dejo que su pene suavemente se deslizara dentro de mí para darme la satisfacción de que fuésemos uno solo.

Me cabalgó suavemente para llegar a tomarme como su yegua siendo el jinete que me gustaba que me montara, eran instantes de placer extremo que me hiciera su mujer y hacia que mi cuerpo se sintiera vivo como ningún hombre lo había hecho sentir.

Sentí como se derramo dentro de mí. recibiendo su calor y el temblor de su cuerpo sobre, sabiendo que ese placer era provocado por mí, y como mujeres nos gusta sentir eso, nos gusta saber que somos la hembra de un hombre.

Nos abrazamos y besamos largamente esperando que nuestros cuerpos recobraran la cordura. Me vestí, el hizo lo mismo y nos sentamos frente a frente a reinos de lo que acabábamos de hacer, amaba esa sonrisa, creo que si los años pasaran, la maría igual.

Nos despedimos, y quedamos en vernos días después para volver a ser esos amigos amantes que disfrutaban estar juntos.

Al volver en el taxi deje volar mi imaginación y seguir disfrutando de ese gran momento mientras mi cuerpo aun olía al de él.