Te has ido. | Relato.
Desperté esa mañana sintiéndome diferente. Los huesos de mi cuerpo se resentían pero no de mala manera, si no como cuando has hecho ejercicio todo el día y al día siguiente sientes dolor pero es un dolor bueno, un dolor que revitaliza. Por las cortinas entraban los rayos del sol sin piedad, anunciando un cielo tan despejado que ya ni siquiera mis ojos reconocían al estar acostumbrados a los cielos grises y lúgubres.
Los pájaros cantaban tan alto y claro ese día, o no sé si siempre habían cantado así y era primera vez que yo los escuchaba. Las rosas del jardín lucían tan hermosas que me hacían preguntarme a qué se debía su belleza si no recordaba haberlas regado. Y mi sonrisa. Dios, ¿yo sonreía tan bonito? Tampoco lo recordaba. Aunque, no puedes recordar algo que nunca has hecho. Vagamente me pregunté a qué se debían tantos cambios pero lo cierto es que nunca pude formularme bien esa pregunta porque en ese instante llego a mi nariz el olor de café recién hecho. Santo cielo, ¿desde cuando el café sabía tan bien? No podía respondérmelo. De hecho, si me preguntas, habían varias cosas que no podía responderme. Pero, ¿acaso importaban tanto las respuestas?
Salí de casa y por primera vez las calles no se me antojaban vacías. La gente a mi alrededor sonreía y no sé si era la primera vez que lo hacían o era la primera vez que yo lo notaba. Los niños corrían y los perros ladraban. El aire era fresco y olía a felicidad. No se tampoco si la felicidad tiene olor pero yo la olía. Y el sol calentaba mi piel gratamente, y mi mente se sentía en paz, como nunca antes la había sentido. O quizás era la primera vez que la sentía. Los parques lucían tan verdes y los lagos tan azules como el cielo, y si inhalabas lo suficiente podías llenarte del amor que brotaba del pecho de aquel padre que jugaba a la pelota con su hijo.
Y si, creo que todo eso era la felicidad. Digo creo porque era tan nuevo para mí que no podía decirlo con certeza. Y en mi descubrimiento de este nuevo elixir me di cuenta de que quizás esto ya existiera. De que quizás siempre estuvo aquí. Quizás el cielo nunca estuvo gris. Quizás el café siempre estuvo hecho. Quizás los pájaros siempre estaban cantando. Quizás el sol siempre salía. Quizás la gente siempre sonreía. Quizás. Quizás todo sea nuevo. Quizás la nueva soy yo. Quizás sea un poco de ambas. Sí. Quizás. O quizás también sea porque te has ido.
¡Hola lectores! ¿Como están? ¿Qué les parece este relato? ¿Cuantos no se han sentido de esta manera? Déjenme sus comentarios. :)
— steph.