La Actuación en Los Abrazos Rotos
Los Abrazos Rotos es una película del director español Pedro Almodóvar del año 2009, en la que hace gala de muchas de sus señas estéticas particulares: narrativa no lineal, una dirección de arte muy colorida, las relaciones humanas como tema central, referencias cinéfilas y artísticas en general y, desde luego, un sólido plantel de actores con un alto desempeño por parte de cada integrante.
La historia de romance entre Mateo, un director de cine, y Magdalena, una aspirante a actriz, interpretados por Lluís Homar y Penélope Cruz respectivamente, salpicada por los celos, la traición y el engaño, en la que también participan los personajes a los que dan cara José Luis Gómez, Blanca Portillo, Rubén Ochandiano y Tamar Novas, se ve acompañada y reforzada por distintos factores del trabajo de sus intérpretes.
Entre estos factores destacan la verosimilitud y naturalidad con las que se desarrollan las escenas y se desenvuelven los personajes en ellas. Esto, gracias a que Almodóvar concibe de tal forma a dichos personajes, en materia de apariencia y carácter, y logra que sus actores sintonicen sus emociones con las de éstos y consigan hacerlos creíbles y relacionables para el espectador; cada uno con sus virtudes y defectos, con un rol bien definido dentro de la historia y relacionado a los temas que trata. Mateo y Magdalena, por ejemplo, son los protagonistas que tienen como fuerza antagónica a su amor a Ernesto Martel (Padre), pareja de Magdalena y que hace hasta lo impensable para mantenerla junto a él hasta que le resulta imposible. A su alrededor también participan en la historia, tanto como aliados como oponentes, en las distintas etapas en las que transcurre la historia, Judit, Diego y Ernesto Martel (hijo); además de que llegamos a descubrir acciones de algunos de éstos que los hacen cambiar de rol con respecto a los protagonistas.
En materia de trabajo interno y volviendo al sentir de los actores, no solo sus personajes tienen un rol definido dentro de la historia, sino también una personalidad tan característica de cada uno que son el motor principal para que las escenas fluyan con naturalidad. Mateo, el personaje de Lluís Homar, muestra un carácter alegre y entusiasta, sobre todo por el arte, pero llegado un punto, se vuelve un personaje trágico y apagado, que recupera parte de su alegría con el pasar del tiempo; Magdalena, interpretada por Penélope Cruz, comparte con Mateo el entusiasmo por el cine, lugar donde puede dejar de lado su conflictiva vida con Ernesto (Padre) e incluso vengarse indirectamente de él, como cuando pretende matar a su marido en la película con el gazpacho. Y acerca de Ernesto (Padre), a quien da cara José Luis Gómez, es un personaje cruel y manipulador, pero que disfraza sus intenciones mostrándose caritativo y empático; además de que su influencia no pesa sólo sobre Magdalena, sino también sobre su hijo, también llamado Ernesto, interpretado por Rubén Ochandiano, al que menosprecia por su condición de homosexual y genera en él una actitud acomplejada, que primero buscaría satisfacerlo y después le provocaría mucho rencor hacia su padre. Un caso diferente se daría más adelante en la vida de Mateo gracias a Judit, su agente, de carácter fuerte y maternal gracias al trabajo de Blanca Portillo, con la que lleva una relación casi marital; y a Diego, hijo de Judit, interpretado por Tomar Navas, joven de carácter alegre que siente mucho afecto y admiración por Mateo, llegando a considerarlo una figura paterna. Entre los tres personajes se genera una sensación de dinámica familiar desde el comienzo de la película. Y algo que va de la mano con esta definición de personalidades es la construcción de historias previas o biografías de personajes, que poco a poco se van revelando en la película y nos ayudan tanto a comprender sus motivaciones como a apreciar mejor sus arcos dramáticos. Aquí podemos citar la evolución de Mateo después de la tragedia ocurrida en el flashback, la incursión de Magdalena en la prostitución antes de conocer a Ernesto (Padre) y el descubrir que Mateo es el padre de Diego.
Los personajes también logran verosimilitud en su sentir gracias a los objetivos que marcan su paso por la narración, ya sea la búsqueda de Magdalena por convertirse en actriz, la insistencia de Ernesto Martel (Padre) para mantenerla con él aunque tenga que truncar su sueño de trabajar en el cine, la obligación de Diego de mantenerse al lado de Mateo por considerarlo su figura paterna, entre otras aspiraciones o necesidades que mueven a otros miembros del elenco y que los lleva a tener un arco dramático lleno de cambios, en unos más que en otros.
Pero es bien sabido que el trabajo de un actor no sólo es interno, sino que también tiene mucho que ver con su físico, lo que llamamos caracterización. Ésta se aplica de tal forma en Los Abrazos Rotos que cada personaje está marcado por un estilo visual o de vestimenta que lo diferencia del resto, ya sea para hablarnos de sus personalidades, de sus estados de ánimo o de simplemente generar contrastes entre personajes. El núcleo “familiar” compuesto por Mateo, Judit y Diego se caracteriza por vestimentas austeras, comparándolos con las del núcleo de la familia Martel, compuesto por Magdalena, Ernesto Padre e Hijo; donde Magdalena usa ropa elegante y colorida pero que contrasta con el dolor que les provocan los celos y manipulación de Ernesto (Padre); éste último se caracteriza por el uso constante de trajes oscuros, haciendo alusión a su rol antagónico en la historia y a su profesión de empresario; mientras que su hijo es opuesto a él durante su juventud, usando ropa colorida e informal de acuerdo a su condición de homosexual y que al crecer es remplazada por ropa más elegante y oscura. Y así como estos ejemplos, el maquillaje y demás divisiones de la dirección de arte están en sintonía con la historia y las emociones de ésta.
En materia de subtexto y uso de símbolos, podemos citar la presencia constante del tema del padre entre los personajes; ya sea a través de la venganza que busca Ernesto (Hijo) contra su padre al éste morir; que Diego considere a Mateo su figura paterna, por lo que al revelarse que en realidad era su padre biológico sea algo de esperar tanto para él como para el espectador; incluso empieza a tomar presencia este tema en la película a través de la idea que tiene Mateo de escribir un guión sobre el hijo no reconocido de Arthur Miller, cuyo significado comenzaría a desarrollarse en las distintas subtramas de Mateo y Ernesto. Otro símbolo que podemos encontrar en relación a la paternidad son los cuadros de armas en la casa de Ernesto (Padre), que hacen alusión a la manipulación y violencia que ejerce sobre sus seres cercanos y que más adelante formarían parte del decorado de Ernesto (Hijo), como una muestra del poder que su padre ejerció sobre él.
Quien conozca a profundidad la filmografía de Almodóvar puede darse cuenta de que los personajes de sus películas y sus conflictos suelen ir en la misma línea o género, recurriendo muchas veces a sus actores de confianza para encararlos, como es el caso de Penélope Cruz. Aun así, el director y guionista se las arregla para crear personajes en una misma línea pero diferentes a los que había escrito antes o escribiría en el futuro; como se vería en años más recientes en La Piel que Habito, Julieta y Dolor y Gloria; así como evita cualquier tipo de zona de confort en sus actores en lo que respecta a los seres a encarar.
Pedro Almodóvar reafirma en Los Abrazos Rotos lo que ya venía y sigue demostrando: mucho conocimiento sobre la conducta y relaciones humanas, así como mucha sensibilidad para abarcar temas como el amor y la melancolía de forma convincente, natural y verosímil; evitando los clichés propios de las telenovelas como los estereotipos y la sobreactuación en una historia que se prestaba para caer fácilmente en ellos. Una película de lo más conmovedora, impactante y humana.