Resbalan por la suave textura de sus telas, acarician suavemente sus caderas, parecen exigir alguna presencia, son sus lagrimas con las gotas de lluvia que se confunden en un torrente mientras ella espera sentada en la escalera.

Sus botas quisieran marcharse solas, correr a distancia llevarse a su dueña lejos de allí, correr y alcanzar un mejor destino, sin esperas y lagrimas, ella no reacciona, al parecer está triste y pensativa pero aún así sonríe.

Esquiva de su mente las ásperas palabras, evita encontrar reproches o insultos "Ni que te arrodilles mil veces te perdono esta" se levantó y alzó la mirada al café de la esquina donde se sentó a pasar el frió y observar la gente.

Ella tiene ese estilo sutil con coraje, elegante y robusta, su belleza sin igual se hace notar aunque tenga el antifaz de la alegría con tristeza interna, esos momentos donde intentas escapar del tormento que llevas dentro, donde las decisiones es ideal dejarlas para otro momento.

Con delicadeza se deleitó un café y escribió una breve nota en un papel después de recibir una llamada, su cara cambió notablemente, su furia se dejaba ver pero respiró y se notó calmada.

En la mesa vecina había llegado un chico, por su aptitud estaba entusiasmado, ella respiraba complicidad él la notó y se dejó llevar por lo que ella pensaba, sin hacer preguntas, sin cruzar palabras dejó la nota en su mesa con una dirección marcada.

Hay personas alegres, otras andan tristes, hay amores nuevos y desamores, hay decepción e ilusión, ella hoy decidió dejarse ver, descubrirse ante la vida, ser cruel y fría o tal vez disfrutar y morir de risa.