CONFESIONES DE UNA STEEMIANA: EN MI CUERPO HABITA OTRA MUJER
Compañeros steemianos, ya algunos de ustedes me conocen. Soy Samantha Hopkins. Hoy, nuevamente, estoy lidiando con muchas confusiones. Se mete en mi cuerpo la necesidad de escapar de la realidad. Quiero huir del entorno agresivo y descalificador en el que viví cuando mi padre formaba parte de mi existencia. Es terrible revivir una y otra vez el dolor de saber que la persona de quien esperas todo, acaba haciéndote tanto daño.
Ya en mi juventud, amigos y familiares me decían que hacía cosas extrañas, y yo simplemente no las recuerdo. Soy una persona apacible; no obstante alrededor mío se generan conflictos que no logro entender. Desde muy joven, he tenido episodios confusos en los que se me acusa de hacer cosas que no se relacionan con mi conducta habitual. Mi madre me llevó a psicólogos, pero esas consultas médicas, además de servirme para conversar sobre mis desvelos y delirios, no lograron aliviar la sensación de desdoblamiento ni apaciguar el sentimiento de tristeza que me embargó siempre. A pesar de todo, yo sigo viviendo, y he aquí mi gran fortaleza.
Cuando finalmente conocí al Dr. Pereira, me diagnosticó trastorno de identidad disociativo o personalidad múltiple. He intentado entender esta enfermedad para poder lidiar con ella. Tengo dificultades para integrar memoria, percepción e identidad. Me desdoblo y genero así un mecanismo de defensa que separa creencias y acciones. El mundo es blanco o negro, y ningún otro color tiene permiso de asomarse. El enfocarme en las personas o las acciones como si fueran sólo buenas o malas ha traído mucha confusión a mi vida. He aquí una paradoja; pues se supone que este mecanismo de defensa puede difuminar la ansiedad que me genera la complejidad de la realidad.
El Dr. Pereira me ha explicado cómo esta manera de enfrentar la realidad la distorsiona y restringe a una pequeña escala de emociones más manejables. Por ello, también juzgo a las personas como buenas o malvadas desde criterios muy rígidos. A veces, coloco en altares a quienes luego dejo caer en un abismo de desprecio.
Por ello, mi divorcio no es tan extraño; sin embargo, pareciera haber revuelto algo dentro de mí que no logro identificar claramente. Escucho voces, pienso en tantas cosas a la vez que me desespero. En ocasiones olvido sucesos o tengo emociones muy fuertes que me generan temor ¿Quién soy? Siento como si estuviera en una puesta en escena, como si existiera fuera de este cuerpo por el que no tengo tanto afecto.
Preferiría parecerme al Quijote, todo fantasioso, pero bien humorado. Me gustaría habitar ese mundo quijotesco pleno de héroes y de villanos, de gigantes y enanos, de damas virtuosas o perdidas. Este caballero andante ve molinos de vientos en lugar de crueles villanos.
El Dr. Pereira insiste en que debo unificar criterios, recuperar la cohesión, y aceptar que todos los seres humanos tienen un poco de cada cosa. Pero es tan difícil asumir tal aceptación. Y noto que quienes están en mi entorno pierden la paciencia rápidamente. Me siento sola; incluso cuando me encuentro rodeada de gente.
Escribir esta nota es un modo de enfrentar mi ansiedad y el insomnio que la acompaña. Prefiero hablar de mis experiencias a tomar medicamentos. Veremos cómo me va. Por ahora, colegas steemianos, espero que ante ustedes siempre me presente yo. No quisiera que conocieran a mi otra personalidad, a mi alter ego.