Carta a los hermanos de Rio Linda - 1 1 de 12 post sobre el tema

in #spanish7 years ago

El cuarto acto del drama del Plan de Salvación de Dios es La Parusía.

Ciudadanos de Río Linda, compañeros de peregrinaje, hermanos en la gran carrera de la fe que nos recuerda San Pablo, en algún momento se llega al final. A ese final se le conoce como la parusía. A mi entender, esta meta tiene dos formas, la forma individual y la forma a nivel colectivo. Al nivel individual, la clave es enfocarse en la receta de Cristo, estar siempre preparados. Buscar la manera de estar siempre en el tiempo de Gracia – Jesús inauguró este tiempo en Cafarnaúm,(Lc 4,16-30), al predicar en la sinagoga sobre lo escrito por el profeta Isaías.

Toda nuestra vida consciente es nuestro tiempo de gracia. La trompeta final suena para nosotros a nivel personal cuando Dios nos llama a su presencia el dia de nuestra muerte. Que en realidad es el dia de nuestro nacimiento a la vida eterna.

Nos salvamos por la Gracia, que es el mismo Dios que se da a nosotros. Nuestro acceso a la Gracia es Cristo. Nuestra fe en Cristo es una decisión puntual en el ejercicio de nuestro libre albedrío, es la victoria inicial en nuestra psiquis que informada por los sentidos, por la conciencia y por el espíritu, procesa esa información y haciendo un acto de voluntad, ejerce el libre albedrío para aceptar la oferta de salvación de Dios, para como María decirle Sí al Espíritu que te mueve a aceptar a Cristo.

La fe es el acto fundamental del hombre, dice San Pablo. Cristo nos ha dado copia del examen final que tratará sobre el tema del amor, sobre amar a Dios por sobre todas las cosas y sobre el amar al prójimo como a ti mismo. Los ítems del examen están detallados en el Sermón de la Montaña. Por lo tanto además de creer en Cristo hay que creerle a Cristo y evidenciarlo por el testimonio de las obras que emanan de la caridad. Del amor que el mismo Dios puso en nuestros corazones y son en realidad una manifestación del amor de Dios y testimonio de que ‘hemos estado alertas y esforzado el oído’ y hemos oído el “Shema de Israel”, amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo (Deut 8,6). Esta es una decisión transformacional, un compromiso de vida que complementa la decisión puntual de decirle sí a Cristo por primera vez, un continuo del ejercicio de la fe, un obrar en el amor.

Por lo tanto la fe y las obras emanadas de la caridad son una misma cosa, una misma moneda; por un lado creer en Cristo, por el otro creerle a Cristo y la una no tiene sentido ni valor salvífico sin la otra. Después de todo, los demonios creen en Cristo, pero no hacen lo que Cristo ordena, es decir, no tienen obras de caridad.

Hermanos habitantes de Rio Linda, ¡que frase más sobrecogedora, pues muchos de nosotros creemos en Cristo pero no hacemos lo que Cristo ordena! Vivimos contradiciendo nuestra fe! Por otro lado, los filántropos hacen buenas obras, pero estas surgen de su amor a sí mismos, por un sentido de darse gloria sí mismos, una actitud farisaica, ya rechazada por Cristo Jesús. En resumen, el conflicto entre fe y obras es uno fabricado e instigado tal vez por el mismo diablo y es además prueba de lo acertado del razonamiento de Pedro ( que en realidad es una advertencia del Espíritu Santo a todo el que lee las escrituras); donde advierte que las escrituras han de leerse a la luz del magisterio de la Iglesia, pues algunos las pueden tergiversar (2 Pe 3,16) y entonces redundan en perdición propia y no como luz en el sendero de la salvación.

A nivel colectivo; Jesús es el dueño del tiempo y de la historia. Toda la Biblia es escatológica, es apocalíptica, pues desde el principio hasta el fin habla y revela sobre del fin de los tiempos. Pues todo lo inmediato, lo material, los bienes de este mundo están condicionados y existen en función a los bienes eternos. Estamos en el tiempo de Gracia a nivel colectivo, inaugurado por el mismo Cristo en la sinagoga, Lc 4, 16, “El Espíritu del Señor está sobre mí para proclamar la liberación de los cautivos, dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de Gracia del Señor”.

San Pablo nos dice por otra parte que “Cristo es el único y Sumo Sacerdote y ministra desde su resurrección y ascensión al cielo frente al Padre con su propia sangre, (Heb 9). Siendo el Templo de Jerusalén y su liturgia una copia, más bien una sombra, un ‘tipo’, del Templo Celestial, este hecho ‘revela’ los procesos del Templo Celestial. En el Templo de Jerusalén, el tiempo de gracia era para que un judío hiciera su pacto con Dios para el próximo año, para que pusiera sus cuentas al día con Dios y duraba hasta que el Sumo Sacerdote saliera del Santo de los Santos detrás de la cortina, tras haber terminado de ministrar con la sangre sacrificial. Por extensión, el tiempo de gracia para la humanidad durará mientras Jesús siga ministrando, cuando termine su ministración y salga, cuando “se corra la cortina del Templo Celestial”, ahí sonará la trompeta para la humanidad y entonces será el fin de este mundo y la nueva creación tomara el lugar de la actual, que pasará ( Mt 24,35).

En cuanto a las diversas interpretaciones de los libros apocalípticos, hermanos ciudadanos de Río Linda, quisiera decirles que a veces el ‘mundo del oeste, de la civilización occidental’ parece confundirse al leerlos e interpretarlos, pues aplica su visión de mundo occidental a estos libros y sus significados. Conviene interpretarlos desde una visión de mundo y cultura del medio oriente – semítica, que fue donde y desde se escribieron. Los pueblos, lugares y naciones mencionados, tienen significado y aún existen con otros nombres. Las regiones aún existen, los países aún existen y los mensajes están codificados en esos entornos, cultura y visión de mundo. Y como se ha establecido que la Palabra no pasará, estos lugares y sus significados hay que tomarlos en cuenta al interpretar la Biblia. En otras palabras, cuando occidente establece sus fórmulas de interpretación, al definir los términos, los hace desde la visión occidental, como resultado al despejar la fórmula, el resultado es casi siempre incierto. Se deben definir los términos desde la visión de mundo del semita y de su entorno geográfico y cultural.

La segunda venida de Cristo, nos traerá el mundo nuevo que Cristo nos promete, donde todos estaremos contemplando y adorando a Dios. Un Nuevo Orden, donde nos dice San Pablo “ni ojo vio, ni oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que lo aman, 1Cor 2,9. Ese estado será la culminación de la Misa, viviremos una eucaristía eterna, en la visión beatífica, dando gracias y adorando a Dios, desde el interior de la comunidad de la Santísima Trinidad , al que accedemos por medio de Cristo.

Nota: Este es el post 11 de 12 sobre el tema. Continuará...

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